Las fotografías e informes que nos llegan desde Valencia son conmovedoras. Los ríos de barro que devorando todo a su paso, los arrumes de coches, buses y camiones, unos sobre otros por todas partes, los cadáveres en las corrientes sin poder ser rescatados, los muertos, los desaparecidos, los destrozos de toda clase de edificaciones, la perdida de cosechas, las muertes de animales, en todo lugar por donde pasó este histórico y devastador temporal, impresionan y entristecen. Sin duda las consecuencias para las ciudades, pueblos y regiones afectadas han sido catastróficas y la recuperación será difícil.
Lo ocurrido en España por la dana es doloroso. Desde Colombia quiero unirme a las poblaciones afectadas, a las familias que han perdido a alguien, o que aún no encuentran a algún familiar o amigo, para manifestarles mi profundo sentido de tristeza por lo ocurrido.
He vivido la fuerza de varios huracanes en Miami, uno de los cuales, Andrew, convirtió mi casa en ruinas, el 28 de agosto de 1992. Hoy me identifico con la tragedia sucedida en Andalucía, Castilla-La Mancha, Cadis, Extremadura y otros lugares, especialmente en Valencia.
Conozco y admiro a Valencia por la belleza de su casco antiguo, la gran obra desarrollada aquí por del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, destacándose El Palau des Arts Reina Sofía, y la Albufera, laguna costera somera, mayor productora de arroz de España, rica en pesca y abundantes aves acuáticas migratorias.
Conocí la Albufera a través de la novela costumbrista Cañas y Barro de Vicente Blasco Ibáñez, considerada una de las mejores novelas españolas del siglo XX. Dicen que Blasco Ibáñez la escribió en solo tres meses en 1902; después de pasar unos meses viviendo en el lugar, para estudiar sus pobladores y sus costumbres. Enamorada de la novela quise ir a identificar los lugares donde se desarrolla y quedé encantada con sus aldeas, sus humedales, canales y sembrados y los sabores de los arroces que allí se pueden degustar. Hoy hago votos para que las aldeas de la Albufera hayan sido ignoradas por la dana.
Quiero confesar que no sabía que era una dana (Depresión aislada de niveles altos). Nunca había oído de estas poderosas depresiones atmosféricas que pueden descargar inmensas cantidades de agua sobre un lugar en poco tiempo, es algo desconocido en las Américas. Todos los días aprende uno algo. Ojalá nunca esto hubiera ocurrido. No hay palaras para describir la destrucción y el horror. Pero esa es la naturaleza cuando se muestra indomable.
Para los españoles, muy especialmente los valencianos y otros damnificados, mis oraciones y los más sinceros deseos por una pronta recuperación. A los colombianos nos duele en el alma su dolor.
Coletilla/ Felicito a Cali, a su alcalde, la gobernadora del Valle y muy especialmente a su gente, porque se ¡lucieron!
La COP 16, celebrada del 21 de octubre al 01 de noviembre, mostró la cara amable y muy hermosa de Colombia. El mundo conoció de su gran biodiversidad y su voluntad de protegerla.
Ni siquiera las desatinadas manifestación de algunos sindicalistas y maestros de Fecode (¿cuándo no?) en contra del fantasioso “golpe blando” que, astutamente, Petro ha inventado que se planea en su contra, lograron empañar la fiesta. Menos mal los importantes participantes internacionales no se tragaron semejante mentira. Una vez más ¡Felicitaciones!