Lo habíamos advertido. Sin un acuerdo o consenso con los partidos, no habría reforma política. Y desafortunadamente eso fue lo que ocurrió.
Nada había ya para hacer. Aunque la Comisión Primera del Senado aprobó la ponencia reviviendo las listas cerradas, columna vertebral de ésta, el proyecto venía de la Cámara de Representantes, cual barco torpedeado luchando por alcanzar a tocar puerto. El daño estaba hecho, en razón a que los tiempos no alcanzaban. La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, no tuvo más remedio que presenciar su hundimiento.
Las listas con voto preferente, que no son otra cosa que las microempresas electorales, vienen campaña tras campaña, elección tras elección, acabando con la política nacional.
Y de paso viene arrastrando consigo a los partidos.
Las colectividades políticas ya no dirigen, no ejercen control ni disciplina, no señalan derroteros a seguir, no plantean temas de debate nacional que identifiquen su ideología. En los últimos tiempos se han convertido en simples tramitadoras de avales. Poco importan las condiciones morales e intelectuales de los candidatos a corporaciones públicas.
Lo que se requiere con el sistema de voto preferente es que los avalados pongan bastantes votos a las listas. Y si tienen buena cantidad de dinero para hacer campaña… ¡mucho mejor!
Por eso quien así sale electo nada le debe a la agrupación que le dio el aval para participar en la contienda. Al contrario, es el partido quien debe quedar agradecido con aquel, por el hecho de haberle aportado su cauda electoral. ¡El mundo al revés!
A lo anterior hay que agregar la gran corrupción electoral que este perverso mecanismo genera.
No es de extrañar que la ministra afirme que “se calcula que para las elecciones de octubre pueda haber entre 120 mil y 130.000 candidatos. El control se hace imposible con esa cifra. El Fiscal daba un informe que en las pasadas elecciones se iniciaron más de 500 investigaciones, pero sólo hay dos condenas porque toda la parte del control y vigilancia de los delitos electorales se hace cada vez más difícil”.
Existen mafias que hacen verdaderos festines cada que hay elecciones. Infortunadamente las denuncias no pasan de ahí, y se convierte en aliciente para una mayor impunidad.
Para acabar de completar, la elección popular de Alcaldes y Gobernadores, gran conquista de la democracia participativa, ha terminado por distanciar al electorado de las agrupaciones políticas.
Los candidatos a cargos municipales y departamentales prefieren presentarse por firmas o por movimientos ciudadanos, que buscar el aval de los partidos, por cuanto estos parecieran restar, antes que sumar. Además, quién se avala por una bandera partidista, está amarrado de pies y manos para hacer campaña, mientras que quienes lo hacen por firmas, corren cual liebres en el campo, haciendo proselitismo por fuera de los tiempos establecidos por el Consejo Nacional Electoral.
Lo más grave de todo esto, y que la gente aún no se percata, es que la muerte de los partidos, es nada más y nada menos, que la antesala para la desaparición de las democracias.
Ojalá sea cierto el anuncio de la Ministra en el sentido que, “presentará una reforma al sistema electoral e insistirá nuevamente con la reforma política. Esperamos que haya un acuerdo con los partidos porque hay que cambiar las costumbres “.
Reiteramos que sin ese acuerdo, así vuelvan a presentar el proyecto de reforma, una y otra vez veremos cómo ese barco es torpedeado en aguas infestadas de enemigos, que quieren a toda costa que se mantenga el statu quo, el cual solo beneficia los intereses de pequeños feudos electorales.
Hoy la gente no se identifica con partido alguno. Escasamente manifiesta ser de derecha o izquierda que, como bien lo manifiesta el exministro Mauricio Cárdenas en una reciente columna de opinión, si tanto el Neoliberalismo como el Socialismo están en grave crisis no sólo en Colombia sino en el mundo entero, “el peligro es que puedan ser reemplazados por el populismo y la lucha de clases como herramienta de movilización política”.
¿No será hora de ponernos serios y mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta que el tiempo se está agotando?
P.D. También a la Reforma Judicial le deben estar aplicando los Santos Oleos.