El mundo avanza y con el los comportamientos humanos, entre ellos la religión. Pero la doctrina religiosa en cualquier confesión es inmodificable. La fe católica se fundamenta en la palabra y el evangelio, concede al hombre y a la mujer un papel claramente definido en su rol de vida. Dios creó varón y hembra (Génesis 27) para vivir juntos y reproducirse.
La Iglesia Católica celebra las uniones matrimoniales entre hombre y mujer. Sin embargo, 110 iglesias alemanas, recientemente, en un acto de desobediencia a la doctrina y al Papa Francisco, celebraron matrimonios entre parejas del mismo sexo, bajo un concepto de “El amor gana”, procediendo de manera contraria a la firme posición de la Iglesia que considera la homosexualidad como una desviación (Catecismo Art. 2357-2358-2359), mas no condena al homosexual, lo acoge como hijo de Dios, puesto que ese comportamiento de vida es una elección personal corregible, brindándole ayuda para superar su condición.
No obstante el hecho de celebrar bodas católicas oficiales entre parejas gay rompe el sentido natural de la vida, cuando Dios concede el don de la reproducción a la pareja heterogénea. Todo ser humano es libre de amar a quien y como quiera, pero la constitución sagrada es clara e inequívoca, sin dar cabida a interpretaciones. Por lo tanto, sacerdotes y prelados de la iglesia alemana rompen arbitrariamente la doctrina con el fin de conceder un estatus matrimonial católico a uniones de parejas del mismo sexo, que son quizás gente de bien, creyentes, respetuosos y reconocidos por la sociedad, pero que no están ni estarán dentro de los cánones de la Iglesia Católica en vínculo matrimonial.
El Papa Francisco, al ser preguntado sobre el tema, dijo la célebre frase “quién soy para juzgarlos”, indicando su sentido de caridad cristiana y amor por todos, pero también ha sido enfático en que la Iglesia no acepta ni aceptará la validez del matrimonio católico entre parejas del mismo sexo. Por lo tanto, esas uniones realizadas por sacerdotes alemanes carecen de validez eclesial. Otra cosa es reconocerles sus derechos civiles y tenderles la mano, a lo cual Francisco y la Iglesia se han referido.
En este delicado tema es humano reconocer que las inclinaciones homosexuales existen y han existido durante el transcurso de la historia. Contrario a creer que se van a acabar, estas uniones aumentan de manera abierta por el reconocimiento social, la promoción y educación sexual orientada al libre desarrollo de la personalidad, situación que altera el curso normal de la humanidad, en cuanto a la constitución de familia con base al matrimonio heterosexual.
El Vaticano dijo No a este desafío de la iglesia alemana, que en franca rebeldía, y cualquiera que haya sido su motivación, viola la doctrina cristiana que es inalterable, pues la constitución de una religión no se da para ser acomodada a las circunstancias ni a los tiempos. Así la hizo Dios y quienes la profesamos estamos en obligación de respetarla y cumplirla, más aún los miembros de la misma Iglesia, llamados a anunciar el Reino de Dios en la Tierra.