Nuestra queridísima Clarita Rojas, Representante a la Cámara, nos ha sorprendido últimamente presentando un proyecto de ley, con el fin de proteger a las personas que se encuentren en situación de prostitución, víctimas de proxenetismo y trata de personas.
Dada la importancia del proyecto ha sido comentado por innumerables apasionados del amor, en medios escritos y radiales, unas veces a favor y otras en contra.
La propuesta leída superficialmente nos lleva a rechazar la sanción establecida para los hombres que pagan por los servicios prestados por las prostitutas, lo que implicaría el cierre de prostíbulos.
Excelsos poetas lamentan, con lágrimas de sangre su tristeza, cuando se imaginan que “si se llegare a acabar la prostitución, sería como si se acabara la poesía, las dos profesiones más antiguas de la humanidad”.
Pero cuán equivocados están. Si auscultamos las verdaderas intenciones del proyecto de Clarita Rojas, son las de defender la dignidad de la mujer, combatir aquellos violadores de mujeres inocentes que no sólo las violan sino que también las asesinan.
El proyecto en su exposición de motivos resalta la Iniciativa de la organización Pro Equidad de Género, donde revela que en Colombia el 96% de mujeres que ejercen la prostitución tienen baja escolaridad, de las cuales el 85% fueron abusadas sexualmente en su infancia o adolescencia y han sido inducidas a la droga y alcohol. El 90% de estas mujeres han sido atacadas físicamente, abusadas verbalmente y otras tienen un proxeneta que se lucra de ellas, mientras que el riesgo de feminicidio es entre 18 y 40 veces mayor que cualquier otro grupo humano.
En el caso de Bogotá, unas 23.426 mujeres se encuentran en situación de prostitución, de las cuales un 85% están en edades entre 27 a 59 años y un 13% entre los 18 y 26 años.
En “Encuesta de prevalencia de violencia sexual en contra de las mujeres en el contexto del conflicto armado colombiano entre 2010-2015” se identificó que el miedo a denunciar sigue siendo una constante. Cada hora alrededor de 16 mujeres pueden ser víctimas.
Lo anterior evidencia la situación de extrema vulnerabilidad a la que se someten las mujeres en situación de explotación sexual.
La penalización de estas conductas, tal y como la misma Corte Constitucional ha sostenido, “es coherente con diversos tratados de derecho internacional y Resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que han establecido obligaciones para los Estados consistentes en proteger a las personas de la trata y explotación, fenómenos que vulneran la dignidad de las personas, la libertad y prohibición de tratos crueles inhumanos y degradantes, entre otros derechos fundamentales.”
La representante Clarita Rojas no está sola en su lucha contra la violencia de las mujeres. Marcela Loaiza también ha creado una fundación para defender y proteger a las mujeres de la explotación sexual; ella que fue víctima de los proxenetas japoneses, hoy recorre el mundo orientándolas y organizándolas para que se les respete su dignidad y buen nombre.