Hemos llegado a los primeros 15 días del paro nacional y “no pudieron” entender a la juventud. “No pudieron”, dijo en desafiante trino la Mininterior. No podrán entender como es la cosa, cómo transcurren los acontecimientos que nos han llevado a un paro interminable por falta de diálogo.
El propio Presidente Duque fijó un plazo de 115 días, que se cumplen el 15 de marzo, para alcanzar un acuerdo. Entre tanto, la ciudadanía sufre las consecuencias de una semiparálisis con consecuencias económicas, políticas y sociales que crispan, convulsionan e irritan a la población colombiana.
Estamos frente a un nuevo hecho: los manifestantes son, por primera vez, las generaciones Y y Z, frente a unos adversarios de la generación X que no entienden la manera de proceder, actuar, reclamar y proyectarse, que aplican los millennials y centenial. Estos son hoy el 59% de nuestra población. Son narcisistas, consentidos, independientes, consumidores exigentes y aspiran a empleos que aún no existen. Están preparándose para el país del futuro. Están pegados a las redes y son protagonistas de ese movimiento que les permitirá vivir en una patria en paz, progreso, reconciliación, educación, salud, tierra, empleo, pensiones justas, medioambiente, servicios públicos de calidad. Una nación que impida el cambio climático, la minería ilegal, el fracking, la pesca de tiburones, la corrupción, etc.
Repudian las armas, se inclinan por una ciudadanía racional, que no se deje amedrentar, que rechace el miedo, que no sea temerosa, que no se deje amenazar con militarismos, ni con Farc, ni Eln, ni guerra. Piensan en un país vivible antes de atreverse a traer descendencia a esta patria que sigue metida en un conflicto armado, abonado por el odio, la discordia, el desprecio, el resentimiento contra los que han logrado cimentar una mentalidad de paz y reconciliación.
¿Cuál es nuestro futuro? se preguntan y alcanzaron a abrigar una esperanza cuando llegó Duque. Bordeaba sus edades y podría entenderlos, e invitarlos a sumarse a su causa y a acompañarlo. Pero Duque tendría que alejarse de la rancia mentalidad de quienes lo rodean.
Infortunadamente pudieron más las tradiciones politiqueras y las manipulaciones de quienes se apoderan legal e ilegalmente de ciertas instituciones, torpedeando las intenciones del Jefe de Estado. Por ello no ha existido diálogo sincero y humilde, que permita al gobierno, al presidente, escuchar y liderar la situación, que ahora se agrava con la aplicación de nuevos castigos económicos a las clases media y popular, mientras se ofrecen ventajas y beneficios a los más ricos, con una reforma tributaria retardataria.
El Presidente, sus consejeros, ordenadores y asesores no entienden a los jóvenes que marchan y “cacerolean” en paz y sin descanso para alcanzar un futuro. Un futuro que no se traduzca en ese trino amenazante de “no pudieron”, de la ministra y de quienes creyeron que iban a derrocar a Duque.
BLANCO: El complejo turístico de Cafam en Villa de Leyva.
NEGRO: El ingreso a la funeraria del Cantón Norte. Es otro martirio para los dolientes