De expectativas e ilusiones vive el sector agropecuario colombiano cada vez que asume un nuevo ministro, uno de la centena que en promedio durante un siglo han ocupado esa Cartera.
Lo anterior, sumado a los compromisos inconclusos que se heredan entre sí, en su mayoría relacionados con el aplazamiento sistemático de asuntos de carácter estructural que nunca se resuelven, ante la preferencia de dedicarse y haber invertido su tiempo solo en asuntos coyunturales y al pago de favores políticos, distintos de las soluciones de fondo.
No obstante, aun así cabe destacar importantísimas contribuciones que han dejado huella en el pasado reciente, debido a la preparación, experiencia y dedicación de sus autores, entre ellos, los exministros Hernán Vallejo, Gustavo Castro, Roberto Junguito, Gabriel Rosas Vega, Cecilia López, Carlos Murgas, José Antonio Ocampo, entre otros; y viceministros como Carlos Osa Escobar, a quienes su pasión por el campo y su afán por apoyar el desarrollo económico y social de éste era evidente; pero, lamentablemente, son más los que no hicieron méritos.
Tenemos ahora un nuevo ministro, Guillermo Zuluaga, que siendo de los Llanos no oculta sus ancestros paisas, o por lo menos su apellido así lo denota.
Le toca un período muy corto durante el cual tendrá que enderezar el manejo de la parafiscalidad ganadera, hoy al garete. Ya veremos.
Le deseamos lo mejor siempre que prime la objetividad y la razón, que su labor no se distraiga en menesteres distintos y que su interlocución con los gremios de la producción sea fluida y permanente; sin miramientos electoreros y con un claro criterio de lo que significa el trabajo de éstos a lo largo de los años dentro de la Constitución y la ley.
No hay nada que inventar, no hay que propiciar más divisiones, todo está ahí; más bien se requiere método, voluntad y la renovación de cuadros que oxigenen y le impriman una nueva dinámica a ese ministerio el cual está en deuda con los ganaderos, particularmente con los productores de leche, por quienes no se ha hecho nada.
Ya lo he dicho en esta columna y lo reitero, "aún hay muchos colombianos que no toman leche" y debe preservarse la soberanía lechera del país.
Hay parálisis parafiscal. Los proyectos se encuentran quietos hace año y medio.
La crisis gremial ganadera es total y el Gobierno aún no ha cumplido con la totalidad de lo acordado en el Paro Agrario.
La desgravación arancelaria amenaza la producción nacional.
La falta de infraestructura mantiene aisladas a las zonas más apartadas.
La financiación y el presupuesto para la implementación de la política sectorial son ridículos.
En alguna época se habló del agro como una "locomotora" y ahora como el epicentro de la inversión de los recursos para el posconflicto. No obstante, todo se ha quedado en maquillaje y simples enunciados.
La nueva expectativa que surge del reciente cambio ministerial comienza por llevar a cabo lo que el anterior titular con su equipo de trabajo no logró. Lo demás, será el valor agregado de su gestión, no necesariamente como exalcalde o concejal, que obviamente no son suficientes para un cargo de tanta importancia, como si por su formación académica, su liderazgo y sus bríos como persona joven que es.
Zuluaga es un buen ejecutor según lo demostró en la organización de la visita del Papa. De todas formas, el sector agropecuario y, particularmente, los productores de leche, esperamos mucho de este nuevo ministro porque hasta ahora el Gobierno Santos está en deuda con este importante sector de la economía.