Obras en duelo | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Septiembre de 2023

Colombia es un país de duelos postergados. Esta violencia que irrumpe y arrasa, y se lleva todo, nos ha quitado incluso la posibilidad de llorar y de despedir a nuestros muertos. Desde 1985, más de ocho millones de personas han sido victimizadas y han sufrido pérdidas a causa del conflicto armado. Esta es una tragedia de unas dimensiones enormes, difícil de aceptar y de asimilar.

Muchas veces resulta imposible establecer en qué circunstancias ocurren los hechos victimizantes; entonces el duelo es aún más complejo de elaborar. Cuándo, quién, cómo y por qué son preguntas sin respuesta que, como almas en pena, rondan y atormentan durante años a las familias. Si, además, los cuerpos no aparecen, la ausencia se incrusta por allá en el fondo y duele para siempre en el alma de los que sobreviven a las víctimas. Para nadie es fácil de explicar ni de entender la infamia, lo único contundentemente cierto es que los que estaban ya no están; y aun así, en estas circunstancias, pareciera que no terminan de irse nunca. Sin duelo, tanto la historia de los vivos como de los muertos, queda truncada e inconclusa para siempre.

Este es el trasfondo de la exposición de Erika Diettes en el museo de la Universidad Pedagógica Nacional, en Bogotá. La artista visual ha reunido en un mismo espacio Río Abajo, Sudarios y Relicarios, tres obras que evocan la pérdida e invocan, por un instante, un alivio al dolor de los dolientes. En sus creaciones no se clasifica a las víctimas de ninguna manera, pues en el dolor todas se encuentran; todos nos encontramos. Más allá de las diferencias ideológicas, políticas, sociales y culturales, en la aflicción somos los mismos; descarnadamente humanos. Eso, la sinrazón de la violencia y la experiencia compartida del dolor, es lo que gritan en silencio estos rostros y estos rastros; estos objetos que rinden homenaje a la memoria de los muertos, a los vínculos y al amor infinito; estas reliquias que convocan al abrazo, al duelo y al consuelo.

Condolerse, hacer propia la tristeza de los demás, es una tarea pendiente en Colombia.  Ponerse en el dolor de los otros y entender definitivamente que nada, ni el poder, ni el dinero, ni las ideas, ni las convicciones han valido la muerte de tantos seres humanos, es lo único que puede sacarnos del laberinto de la violencia. Hay tantas historias por contar, por escuchar, por aceptar, por sanar y por cerrar, que ni los vivos ni los muertos podrán estar en paz hasta que no saldemos esta deuda con el duelo.

Ir a la exposición de Erika Diettes y descubrir que parte de la propia historia, esa de la que nunca se habla y duele por allá en lo más profundo, está representada allí; es sobrecogedor, es algo que todos en Colombia deberían experimentar.

La exposición ‘Obras en duelo’ estará abierta al público hasta el 6 de octubre en el Museo Pedagógico Colombiano; vayan y abriguen con su presencia el dolor de los demás.

@tatianaduplat