Es apenas obvio que quien ocupa un ministerio busca acertar en sus determinaciones, salvo que deliberadamente su intención sea otra distinta a la razón de ser del cargo, que no es propiamente el caso que nos ocupa.
Su principal objetivo se supone será lograr buenos resultados que le ayuden a alcanzar altos niveles de aceptación.
Sus aciertos, le permitirán reconocimiento y méritos para futuros emprendimientos en su carrera profesional y política.
Pero, para conseguirlo, es apenas obvio también, disponer de un destacado y talentoso equipo de colaboradores inmediatos, capaces de hacerle frente a los desafíos para conseguir las metas señaladas.
Igualmente, se necesita del buen desempeño de quienes ejerzan la dirección de las instituciones adscritas y vinculadas; que no pueden ser ruedas sueltas.
Se trata entonces, de articular habilidades y capacidades específicas, en una diversidad de perfiles a veces difíciles de armonizar y conducir sobre todo cuando se trata de recomendados impuestos por lo alto, debiendo centrase en lograr que ese, su equipo, se comprometa con sus mismos pensamientos convirtiéndose en un fiel interprete de su voluntad.
De otra forma difícilmente logrará la coherencia y coordinación adecuada.
La misión a llevar a cabo, exige de ese su equipo, las competencias necesarias, obligándose cada uno a demostrar su compromiso real y efectivo con el fin para la cual han sido llamados a servir.
De otra forma, el trabajo se torna complejo, sobre todo si se cruza con personajes nóveles de bajo perfil o con intereses distintos.
Además, se necesita de buenas relaciones con el público, imaginación y audacia.
Por eso, para comenzar con el pie derecho es pertinente la escogencia de un buen viceministro que en ausencia del titular haga sus veces con lujo de competencia, así como se hace con la selección del Secretario General, del Director de Planeación y los asesores jurídicos y técnicos, con perfiles ajustados al cargo, de tal manera que se logre configurar un contingente emprendedor que garantice un buen desempeño y entonces, pasará a la historia por sus ejecutorias.
Si eso no sucede le quedará difícil conseguirlo y terminará cargando a cuestas con el desprestigio y las ineficiencias de sus subalternos.
Es cuando los ajustes deben hacerse a tiempo.
Por eso es un error, creo yo, descargar la tarea en viceministros aprendices, inexpertos, recién egresados así sea de las mejores universidades y con el más influyente padrino político, pues es apenas obvio, que en tal caso la opción de acertar se hace aún más esquiva.
Lo anterior, sucede en casi todos los ministerios; menos mal que en el de agricultura ahora sí se tiene un buen viceministro no importa que respaldo partidista posea.
Se trata de Luis Miguel Pico Pastrana, administrador de empresas, quien se ha desempeñado en la dirección para Asuntos Políticos de la Presidencia de la República y trabajó como asesor en la Cámara de Representantes; fue igualmente, asesor en la jefatura de la Cartera de Comercio exterior y en la dirección del Partido de la U.
Como persona, es un tipo dinámico, recursivo, de muy buen trato y lo más importante, en los pocos días que lleva ejerciendo el cargo ha demostrado ser asequible, sencillo y eficaz.
Así las cosas, es apenas obvio que ahora todo haya comenzado a marchar mejor. ¡Ojalá se quede...!