ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Octubre de 2011

Lo sabíamos

 

Estados  Unidos decidió finalmente invitar a Colombia al baile del Tratado de Libre Comercio, fiesta a la que no queríamos faltar, o por pretensión comercial o por dignidad nacional.
El país no podía darse el lujo de quedarse por fuera del evento comercial más importante para su desarrollo empresarial, de empleo y de comercio exterior.
Más de 4 años de discusiones, lobby y diplomacia ante la Casa Blanca y el Congreso de ese país, dirigidos a ganar las mayorías entre republicanos y demócratas a favor del TLC. Y se logró.
Pero en Colombia, al mismo tiempo, la casa siguió en las mismas. No dimos espacio para colocar los muebles que ya compramos. No abrimos camino para dejar andar el TLC.
La pachanga inicia en un año -cuando se estima que estará operando realmente el TLC- y no tenemos traje para ingresar a ese club. Las carreteras en pésimo estado, viejas y deterioradas en invierno o verano. No hay autopistas. Llevamos 5 años, más de lo que invertimos en lograr el TLC, y no terminamos la doble calzada Bogotá-Girardot. Una vergüenza.
La conexión del interior del país, por ejemplo, con el puerto de Buenaventura, sigue lejana. Ni siquiera concluimos tramos cortos como el Boquerón, cerca de Melgar, Tolima. Igual está la salida de Bogotá por la fea y congestionada Autopista Sur, aún sin Transmilenio.
Del tan sonado Túnel de la Línea no se sabe nada. Sólo que no avanza y que a los contratistas se les ha ido la mano en más de 300 mil millones de pesos. El tráfico entre Ibagué y Armenia, vía a Cali y el puerto de Buenaventura, es un caos diario.
Los puertos obsoletos, hechos para pueblos de hace 50 años. Los aeropuertos semejan viejos, sucios e incómodos terminales de transporte municipales. Vean los de Santa Marta, Pereira, Manizales, Cúcuta, Ibagué, los de la Costa Atlántica, el de Armenia y, claro, Eldorado de Bogotá. Dan pena.
Puertos marítimos, a excepción de Cartagena, sin modernidad, precarios y pequeños. Zonas francas insuficientes. Ríos y navegabilidad, en cero. Transporte terrestre de carga, insuficiente y sin por donde transitar.
La competitividad en sectores como servicios, industria y comercio, tiene mucho trecho por recorrer. Condiciones precarias en regiones donde hay establecidas compañías exportadoras que tienen dificultades para acceder a mercados menos exigentes que el norteamericano.
Llegó la cita con el TLC y aunque tarde, debemos trabajar duro para diseñar y lucir nuestro mejor traje en la más ambiciosa liga del comercio mundial.