Pague primero
Tienen motivos de sobra los consumidores finales en Colombia cuando reclaman, denuncian y acuden a instancias legales para hacer valer derechos y obligar a que empresas de servicios públicos respeten al usuario.
La Superintendencia de Industria y Comercio redobló acciones contra amplia gama de establecimientos y negocios que burlan la ley de protección al consumidor.
Los operadores de telefonía móvil celular son caso especial. Sucedió con mi operador Comcel. En más de 150% se incrementó la última factura porque, según me dijeron sus funcionarios, hubo un error aplicado por ellos en el momento de pasar mi plan de voz y datos del BlackBerry al Iphone.
Como se equivocaron -asunto que ellos admiten- dejaron abierto el navegador de Internet. Al pasarme, sin tener información del tema, de lo permitido en mi plan, empezaron a cobrarme por entrar a navegar, hasta que un aviso de texto me alerta y luego se suspende el servicio. Quedé sin voz ni datos.
Al final lo mismo de siempre. Debí cancelar la factura y Comcel me ‘premió’ restableciéndome el servicio, sin reconocerme nada a cambio. Los perjuicios de quedarme un par de días sin comunicación no importaron al operador.
Admitieron que se habían equivocado en el momento de hacer el traslado de mi plan de un aparato a otro, pero que había que pagar la cuenta o seguía sin el servicio.
Se asalta así la buena fe del usuario: se restablece el servicio sin reintegrar un dinero generado en una falla técnica de Comcel.
Lo peor es que pese a los requerimientos efectuados, nunca cumplieron con su promesa de contactarme para darme una explicación válida. Lo que sí llegaba eran los mensajes de póngase al día en su obligación.
Es lo mismo que ocurre con otros operadores de telefonía móvil y empresas de servicios públicos. Obligan al usuario a pagar primero y reclamar luego.
Es un zafarrancho el manejo de relaciones entre clientes y usuarios con proveedores, vendedores, comerciantes y prestadores de servicios públicos.
Una vergüenza que bajo la manga haya una carta sucia para jugarle al consumidor final.
Centros comerciales, grandes superficies, restaurantes, bares, cigarrerías y puntos de café, donde se siguen cometiendo prácticas desleales.
No fijan los precios al público, dan menos de lo que anuncian, restan volumen en productos empacados o envasados, no reciben tarjetas débito ni crédito (caso cafeterías OMA), figuran en régimen simplificado cuando hace rato venden y facturan al tamaño de régimen común.
Cobran por derecha la propina que es voluntaria. Pasan una precuenta y no la facturan donde se fija el IVA que va al fisco. Una sucia competencia.