Pasión y competencia | El Nuevo Siglo
Viernes, 15 de Julio de 2022

Insisto y lo seguiré haciendo: la pasión fragmenta, divide, exacerba el ego y nos impide nuestra verdadera evolución.  Por supuesto, esto que digo no es popular y tampoco se trata de que lo sea. Lo que sí nos corresponde a todos, creo yo, es darnos cuenta y transformarnos. Cada quien en su momento.

Nos siguen vendiendo la pasión como la ruta para vivir mejor, cuando en realidad se opone al amor/fuerza. Por fortuna, tenemos la posibilidad y el derecho de pensar distinto, de no ser rebaño.  Evidentemente, nadie está obligado a salir de la caja; sí podemos darnos cuenta de que ella existe y, desde el libre albedrío, decidir si seguimos adentro o nos atrevemos a cambiar de paradigma y empezar a salir de ella.  Si bien es cierto que nadie tiene la verdad revelada, algo que podemos evidenciar es que las pasiones van de la mano de la competencia: ser mejor que el de al lado, llevarse la corona o derrotar al contrincante, apela a las emociones básicas del ser humano, esas que componen al ego.

La ira de no ganar, la vanidad de haber ganado, el miedo a perder, la gula de querer ganar más, la avaricia de acumular distinciones, la soberbia de creerse mejor…  Todas esas pasiones que nos afectan a los seres humanos son alimentadas por la competencia.  Pasión y competencia conforman una pareja que nos impide evolucionar como individuos y como especie, pues desconoce principios fundamentales de vida como la totalidad, la cooperación y el amor incondicional.  Mientras los sigamos negando en nuestras vidas, seguiremos condenados a pasar unos sobre otros, a ver a unos como “malos” mientras ilusoriamente nos creemos “buenos”, como si no tuviésemos todos los seres humanos un ego que integrar para trascender.

Definitivamente, no nos ayudan los deportes de competencia, los realities ni los concursos, pues nos mantienen entretenidos de lo esencial. Pagamos un costo muy elevado por la diversión que -como nos dice el diccionario de la RAE– nos aparta, nos desvía. Cosa distinta es la re-creación, en la que nos integramos y transformamos.  Mientras que con el entretenimiento caemos en una espiral descendente que nos lleva al caos, evidenciado en peleas, trampas, zancadillas y golpes emocionales y físicos, con la re-creación avanzamos en consciencia: nos descubrimos en actividades colaborativas con otros, en pintura y danza, en oración y meditación… Espiral ascendente.

La pasión, ese “afecto desordenado del ánimo” nos hace sufrir; la competencia, lejos de hacernos verdaderamente mejores, nos separa.  Es lo que hemos comprado y que nos siguen vendiendo en medios de información y redes sociales.  Podemos despertar, salir de la caja, conectarnos y comprender que la consciencia del amor nos sana e integra.

@edoxvargas