Aún en medio de la incertidumbre existente, que está acompañada tantas veces de escepticismo e desconfianza, no debe hacerse caso omiso del hecho de que los voceros de distintos sectores del Sí y delegados de diversos grupos del No se están reuniendo.
Si bien es verdad que ese ejercicio impide mostrar, hasta el momento, resultados concretos, también resulta cierto que la entrega de documentos y el intercambio de opiniones tienen un valor.
Estamos frente a un proceso que se puso en marcha después del plebiscito, toda vez que el pronunciamiento popular posee un valor jurídico y político innegable.
Todos desearían que el resultado del esfuerzo que se inició fuera inmediato.
Sin embargo, como eso no es posible, lo que debe buscarse es que haya humo blanco a la mayor brevedad.
Para conseguir el mejor producto debe trabajarse con celeridad sin sacrificar la profundidad.
Después de la última reunión de los delegados de los dos sectores, que se celebró el jueves pasado, el Gobierno ha iniciado un análisis de todos los escritos que le fueron entregados por los representantes de las diversas organizaciones que abogaron por el No.
Pronto se conocerá el resultado del estudio que están haciendo los voceros del Presidente Santos, a partir de lo cual habrá que continuar con una metodología ágil y apropiada.
A pesar de que existen diferencias sobre este aspecto, lo mejor sería acordar una agenda que permita analizar los puntos que se discutieron en La Habana.
No se trata de estudiar línea por línea las 297 páginas del acuerdo suscrito por el Presidente santos y Timochenko.
El propósito sería discutir ordenadamente los siguientes puntos:
- Preámbulo e introducción
- Desarrollo rural integral
- Participación política
- Fin del conflicto
- Justicia e impunidad
- Implementación, verificación y refrendación.
Como es apenas natural, los insumos serían los documentos que elaboraron los distintos grupos del No, y las reacciones del Gobierno y otros comisionados del SÍ al contenido de los mencionados documentos.
Este sería un procedimiento ágil.
Pero, sobre todo, es un mecanismo necesario a fin de avanzar hacia el acuerdo nacional para la paz, que es el objetivo final.
El propósito no puede ser distinto, ya que la oportunidad que hoy tiene Colombia abre la puerta a la posibilidad de conseguir un entendimiento que una e incluya a millones de colombianos, y le de sostenibilidad real a lo que finalmente se acuerde.
El desafío histórico que se tiene en este momento de la vida del país incluye dejar de lado las tentaciones de inventarse un mecanismo distinto a dicho gran acuerdo nacional.
Lo que debe hacerse es tener presente que los colombianos hablaron con claridad inobjetable el pasado 2 de Octubre.
Le dijeron Sí a la paz y No a los acuerdos tal como ellos fueron suscritos.
Y el mandato no admite duda.
Cuidado, entonces, con pensar en rutas alternativas que por su diseño a la carrera y la ausencia de cimientos sólidos puedan dar lugar a muchos accidentes de tránsito.
Debe tenerse presente que el día del plebiscito se produjo una de las más auténticas y bellas expresiones democráticas de la historia del país.
La vía que le conviene a Colombia es clara.
Ahora hay que terminar de pavimentarla con paciencia, dedicación, realismo y, sobre todo, visión histórica, además de sentimiento patriótico.
Que el momento es difícil, claro está, que la tarea es compleja, desde luego, que los obstáculos serán muchos, por supuesto.
Pero, lo que debe predominar es la decisión de conseguir el acuerdo nacional que nos conduzca a la paz duradera y estable con la que sueña nuestra nación desde hace tantos años.