Esto no debía estar sucediendo en un país, cuyo gobierno está tendiendo su generosa mano en busca de una paz total a los grupos armados ilegales, que hacen presencia en buena parte del territorio nacional.
El atentado terrorista perpetrado en el municipio de Tibú, Norte de Santander, rechazado en buena hora por el Señor Presidente de la República y calificado como un hecho atroz en contra de la vida de nuestros policías, además de solidarizarse con los familiares, pidiendo que este acto criminal no quede impune, es un golpe más que enluta las filas de nuestra Policía Nacional. Ataque aleve y cobarde que activa una carga explosiva al paso de una patrulla, cobrando la vida de dos uniformados, el subintendente Ángel Raúl Martínez Arévalo y el patrullero Andrés Idarraga Orozco, para quienes van nuestros sentimientos de dolor y tristeza, confirmando como cada día la institución sufre la baja de sus mejores hombres y las familias deben sobrellevar la temprana partida de seres queridos entregados al servicio de la humanidad.
Este demencial acto también generó el deceso de una madre de familia que transitaba por el sector. Nuestras plegarias abrigan su entorno y descendencia. Esperamos que las víctimas heridas en el atentado, donde se cuenta el Mayor Wilson Millán Triana, comandante del distrito, logren su pronta recuperación.
No cabe duda que estos actos, un poco atomizados a lo largo y ancho del país, causan zozobra e incertidumbre sobre la paz total, programa bandera del gobierno que ya cumple varios meses soportando ataques y operaciones venidas de armados ilegales, interesados en sabotear o dificultar el desarrollo del programa.
Sin posar de doctos en tema tan espinoso y mucho menos calificarnos de expertos en seguridad nacional, podemos aportar un granito de arena en los análisis que esta situación pude generar por fuerza de las circunstancias. Siempre que se presenta un proyecto es indispensable conocer la población, recursos, estrategias y medios para lograr el objetivo e identificar el verdadero blanco de su destino, de ese somero estudio se genera la metodología a utilizar.
De entrada, podríamos pensar que un proyecto de esta envergadura no se puede globalizar y, por el contrario, es recomendable parcializarlo pues los actores hacia donde se dirige en su fin último abarcan organizaciones disímiles, con intereses diferentes y políticas diametralmente opuestas. Estos escenarios obligan al gobierno a tomar medidas generales, poco o nada aceptadas por los intereses y estados de cada estructura. El afán es un enemigo permanente para estos proyectos, fácilmente utilizado para presionar resultados y éxitos pírricos.
Si inventariamos y analizamos los altibajos que la paz total ha enfrentado, encontraremos que cada blanco u organización actúa independiente y de acuerdo a sus intereses. Por lo tanto, nuestra recomendación es compartimentar el proyecto.