Difícil fue votar por el No en el plebiscito, frente a millonarios presupuestos y agobiantes campañas que, minuto a minuto, promueven la paz con engañosas obviedades. Que la paz es mejor que la guerra, ¡pues claro!
Difícil votar por el No, con la comunidad internacional, que apenas de lejos conoce la realidad colombiana, aplaudiendo un acuerdo que socava nuestras instituciones y que nunca habrían permitido en sus naciones.
Difícil votar por el No, cargando con la estigmatización de ser “enemigos de la paz”. ¡Mentira! Todos los colombianos queremos la paz, pero no todos queremos un mal acuerdo como precio por ella. No es cierto que sea el mejor acuerdo posible ni que sea innegociable, pues de serlo, sería todavía más inconstitucional.
Difícil votar por el No, con la presión extorsiva de las armas, amenazando con el escalamiento de una guerra urbana y total, si los colombianos nos atrevemos a deshacer una negociación claudicante y a nuestras espaldas.
Pero aun así, mi voto responsable fue por el No.
Mi voto fue por el No, porque a pesar de la engañosa pregunta, creo en la capacidad de los colombianos para construir una paz estable y duradera, pero también en que esa construcción debe ser colectiva y dentro de las instituciones democráticas, que no fruto de una negociación secreta con quienes no representan al pueblo.
Mi voto fue por el No, porque es inaceptable negociar la política contra el narcotráfico con uno de los principales carteles de la droga. Yo también anhelo que termine la violencia, pero en Colombia la habrá mientras haya armas; y armas mientras haya narcotráfico, y narcotráfico mientras no exista voluntad para erradicar esa peste, que volvió a copar grandes extensiones y la capacidad del Estado.
Mi voto fue por el No, porque una pena de mentiras es una amnistía de verdad; es inaceptable impunidad disfrazada para los responsables de delitos de lesa humanidad; una burla a los compromisos internacionales del país, que más temprano que tarde será develada y perseguida por la Corte Penal Internacional.
Mi voto fue por el No, porque el Acuerdo les permite a esos mismos responsables de delitos atroces participar en política, regalándoles una representación que no han ganado, con inmensas ventajas sobre los otros partidos y candidatos, y sin esperar siquiera al cumplimiento de sus penas de mentiras.
Mi voto fue por del No, porque la Jurisdicción Especial hecha con y para las Farc, no solo garantiza su impunidad, sino que será su martillo de venganza. Si apenas ayer, el señor Santrich, molesto por las declaraciones del Fiscal, ya le encontró nexos ¡a Néstor Humberto Martínez! con el paramilitarismo, qué pueden esperar sectores como el ganadero e instituciones como la Fuerza Pública, injustamente estigmatizados desde siempre.
Mi voto fue por el No, porque el Acuerdo no les exige devolver las tierras despojadas ni los recursos ilícitos para reparar a sus víctimas.
Voté por el No, porque no creo en un campo a imagen de las Farc, donde la iniciativa empresarial es proscrita, las comunidades aleccionadas impiden el desarrollo, el derecho a la propiedad de la tierra está en riesgo, y las Farc consolidan control territorial para mantener sus negocios y un electorado cautivo.
Voté por el No, porque ese electorado fariano, sumado a la desesperanza de la marginalidad urbana, al desprestigio de la clase política y a la corrupción, pesará en las elecciones regionales y nacionales. Que lo digan los venezolanos.
Por todo ello, y porque anhelo una paz verdadera y digna para mi patria, me sentí obligado moralmente al voto por el No.
@jflafaurie