Colombia se ha caracterizado desde 1991 por ser un país que solo exige derechos en todas las áreas donde nos desenvolvemos, pero no tenemos la cultura del deber.
Kant explica en la “Doctrina como Virtud” varios aspectos acerca de los derechos y deberes. Los derechos deben ser vistos como el fundamento de los deberes éticos o principios de moralidad. Para Kant tanto el derecho como los deberes entran en el campo de la moralidad, de la ética.
Los dos, están integrados correlativamente en la actividad social y política del ser humano. Si los derechos exaltan la libertad individual, los deberes expresan la dignidad de esa libertad. Todos los deberes de orden jurídico presuponen otros de origen moral que los fundamentan.
Hoy nos vemos absortos en la moda los derechos humanos, sin desconocer los derechos civiles, constitucionales y demás.
Los derechos humanos nos dan toda clase de garantías para vivir en sociedad como seres humanos, sin tener en cuenta la raza, orientación sexual, creencias políticas o religiosas, o la identidad de género.
Mis derechos civiles son las garantías, condiciones y libertades, que todo Estado me aporta para que se me trate con igualdad, independiente de las características ya mencionadas. Estos derechos tienen fuerza de Ley.
Los derechos constitucionales son los que me reconoce la Constitución de Colombia como Ley Suprema y prevalecen sobre los demás.
Los deberes como los derechos están asociados a la conciencia social. Son todos aquellos comportamientos que me llevan a asumir responsabilidades frente a la comunidad donde estoy inserto. El cumplimiento del deber me lleva a mejorar mi convivencia con los demás.
Existen los valores morales, legales y los deberes sociales. Lamentablemente, Colombia se caracteriza por el acento en la enseñanza de los derechos más no el reconocimiento de los deberes. Estos dos son indisolubles y hacen parte de la democracia, la paz, tranquilidad y respeto ciudadano.
Estamos acostumbrados a que todos los días o día de por medio haya protestas, paros, manifestaciones, choques policiacos en que las multitudes furibundas exigen sus derechos. Tenemos un presidente que amenaza a quienes nos atrevemos a pensar diferente, a ser acusados ante la Comisión de los Derechos Humanos por cualquier desavenencia con él, su respuesta es el silencio o la tergiversación total de los desmanes y violencia.
Como gobernante, por el contrario, debería recordar permanentemente, los deberes ciudadanos y morales. Está bien exigir derechos, pero, hay que insistir en que sí se exige uno, hay que correlativamente pensar en el deber. Así es que funcionan las sociedades que institucionalmente se llaman demócratas, ya sea de izquierda o derecha.
La cívica, como parte del currículo, fue omitida, no sé si intencionalmente por quienes creen que las revoluciones se hacen solicitando solos derechos, sin respetar los deberes ciudadanos, que son los que nos permiten vivir en convivencia, orden y democracia.
Los deberes y derechos no se pueden separar y los dos tienen una fundamentación de tipo ético-moral para que funcione la sociedad. Mientras que los educadores, gobernantes y demás miembros de la sociedad no entiendan que esta unión es indisoluble, la sociedad seguirá cayendo en un abismo donde la corrupción, la falta de moral, educación, aprovechamiento por la fuerza, los gritos y la imposición obcecada, son los que priman.
La obligación no solo moral sino ciudadana es la de actuar con balance, con sensatez, que es lo que necesita Colombia. Sí, exijamos derechos, pero cumplamos nuestros deberes, como ciudadanos de un país que solo desea la paz y la tranquilidad.
Recordemos que mis derechos terminan donde empiezan los de los demás.