Gran revuelo y preocupación entre los ganaderos ha causado la reciente determinación de las pasteurizadoras de rebajarle unilateralmente el precio por litro al productor.
Se supo que la reducción fue de 30 pesos a partir de la segunda quincena del pasado mes de octubre, y para la primera quincena de noviembre nuevamente se pagó 20 pesos menos por litro.
Decisión que tampoco favorece al consumidor, pues no se ve reflejada en una reducción del precio al público; por el contario, éste, el precio al público, ha venido crecido en los últimos años, más allá de la inflación. Dice uno de los ganaderos afectados, que la industria "juega con el precio base y las bonificaciones voluntarias de mercado", refiriéndose a los parámetros que en tal sentido ha ordenado el Ministerio de Agricultura tener en cuenta para calcular el precio y que aparecen en la Resolución 017 de 2012.
Entre tanto, las razones expuestas por los industriales tienen que ver con que "el mercado está a la baja y esta es una economía de mercado en la que los precios suben y bajan.
"Otra razón es que hay sobreproducción". Sin embargo, recordemos que más bien se trata de un mercado oligopólico, donde unos pocos acostumbran definir el precio.
Y aunque en gracia de discusión no necesariamente sea éste un caso de esos, el Gobierno está llamado a actuar para comprobarlo y no puede mostrarse reticente ante tal situación.
Sería interesante hacer un análisis del precio de los últimos años y compararlo con indicadores como precio al público, inflación, y salario mínimo; además, por supuesto, del impacto de la devaluación como quiera que los insumos en buena parte sean importados.
"Estuvimos 20% por encima del precio piso", expresó la industria.
No obstante, la idea es que ese precio del que se habla, y que pudo haber llegado hasta 1.150 pesos por litro no se ha visto sino en casos muy excepcionales, por lo cual, para ser más objetivos debe hablarse de precios promedio.
A la hora de la verdad, el productor de leche está trabajando para un sinnúmero de intermediarios, además de los proveedores de alimentos balanceados, de medicamentos, desinfectantes; proveedores de semen, de semillas etc.etc; cada uno de los cuales puede fijar sus precios de según la rentabilidad que le convenga, mientras el productor de leche está obligado a conformarse con lo que le pague el industrial sin importar costos y sobre todo márgenes.
De otro lado, la tabla de pagos que utiliza la industria tampoco tiene mucha relación con los costos de producción de la lechería especializada; y en ocasiones han pasado hasta tres años sin actualizarlos.
Está en "sándwich" entre industriales y proveedores, justo en la mitad, y sin mucho margen de maniobra.
También, el cobro del transporte es sui generis al descontárselo igualmente del pago de la leche. Mientras los industriales compran carrotanques, construyen centros de acopio y puntos de venta, los ganaderos en su mayoría pequeños y medianos, no les queda fácil progresar y casi siempre incurren en pérdidas.
Su rentabilidad no es suficiente; se sostienen con la esperanza de que las lluvias aumenten su producción y mejore su ingreso, con tan mala suerte que cuando ello sucede, les baja el precio.
Los productores de leche están igualmente en su mayoría sin acceso a la asistencia técnica, transferencia de tecnología, seguro agrario, riego y control fitosanitario".
Para no hablar de la famosa Reforma Tributaria en trámite, que como dice un reconocido escritor: "En medio de la profunda crisis que azota al campo, hablar de que les irá bien en el trámite de la misma, como afirma el ministro del ramo, no pasa de ser una ironía, al igual que es una ironía decir que el agro está revivido"
Por eso es muy importante que se le diga al ganadero qué cambios va a haber en cuanto al IVA del concentrado: se va a mantener en igual tasa o si se van a gravar otros insumos importantes como los fertilizantes, el transporte, y los medicamentos veterinarios.
Entre tanto, la necesidad de estimular al ganadero productor de leche tiene mucho que ver con el promedio de consumo per cápita, que en nuestro país oscila entre 143 y 145 litros/año, cuando por recomendación de la FAO debe ser superior a 170 litros persona año.
Es hora entonces de volver a pensar en los Contratos de Proveeduría o contratos forward de leche cruda a través de la BMC, con el fin de asegurar el acopio y el precio, porque en la medida en que no hagamos las cosas de manera diferente a las actuales, estaremos abocados a tener los mismos difíciles y desafortunados resultados de siempre.