Siempre me pregunté, por qué el pueblo alemán, tan culto, que produjo los mejores músicos, pensadores, filósofos, artistas, ¿estuvo sometido a la dictadura incomprensible de Hitler?
Hasta que me encontré con dos teóricos de la Estupidez, que me dieron algunas respuestas. El alemán Dietrich Bonhoffer, teólogo, nacido en Breslavia, profesor de la Universidad de Berlín, quien murió ahorcado por Hitler y el Investigador Carlo Cipolla, humanista, economista historiador italiano, nacido en Pavía, autor de varios libros socioeconómicos e históricos.
Según ellos, la estupidez a pesar de las causas socioeconómicas de un contexto es mucho más peligrosa que la malicia.
La estupidez no se relaciona con el hecho de que usted sea inteligente o menos dotado, es un defecto de la personalidad y no es congénita, se apodera simplemente de usted. No es un problema psicológico, sino sociológico porque son las situaciones externas las que la influyen.
¿Cómo explicamos que ciertos personas estúpidas e ignorantes nos llegan a gobernar? La realidad es que los inteligentes están totalmente indefensos ante la estupidez de algunas mayorías. Usted puede prevenir un mal, incluso por la fuerza, pero estamos inermes ante la estupidez de quienes no oyen, no quieren aceptar nada porque están satisfechos con lo escuchan y creen.
El estúpido, a diferencia de ciertos inteligentes, que a veces prefieren la soledad, es más sociable y participativo incluso en redes. Por eso, hay que tener cuidado de no contradecir una persona estúpida, ya que ignorará sus argumentos. La verdad es que se caracterizan por su insensatez, les contradecirán con datos, creencias, argumentos e hipótesis y las consignas que los mantienen hechizados. Y si se irritan atacarán violentamente. Estamos más expuestos frente a políticos, partidos o religiones. Como decía Bonhoffer: “El poder de un gobernante necesita de la estupidez del otro”.
Los estúpidos siguen las opiniones y pensamiento de la masa, internalizan los argumentos de su líder y se dedican a retroalimentar su figura. Claramente, existen algunos inteligentes que se ven subsumidos por ciertas circunstancias emergentes, perdiendo su propia opinión. Un ejemplo claro fue el pueblo alemán, que apoyó las políticas malvadas e inmorales de racismo, esterilización eugenésica, persecución y exterminio, disfrazadas con políticas de estabilidad económicas para vivir y recuperar el orgullo alemán
Carlo Cipolla da cuatro leyes de la estupidez, por favor medítelas:
1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
4. Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que, en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.
Creando un gráfico en el que se coloca el primer factor en el eje x y el segundo en el eje y se pueden obtener cuatro grupos de individuos:
(a)-Inteligentes: benefician a los demás y a sí mismos.
(b)-Incautos o desgraciados: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
(c)-Estúpidos: perjudican a los demás y a sí mismos.
(d)-Malvados o bandidos: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.
Para Cipolla, desde el punto de vista estrictamente económico y utilitarista, un malvado es preferible a un estúpido, puesto que las actividades del malvado a la postre significan que algunos bienes cambian de manos, mientras que las actividades de los estúpidos no presuponen beneficio para nadie.
En conclusión, si queremos protegernos de los impulsivos, distraídos e ignorantes tenga control de usted mismo, la ignorancia y el exceso de confianza van de la mano.
Y recuerde, nadie ha encontrado la fórmula para para protegerse de su propia estupidez, hay que estar en guardia.