RADAMÉS BARCA | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Septiembre de 2014

Prohibir camisetas

 

Una vez más las tragedias derivadas de los hinchas violentos del fútbol están en la primera plana. Jóvenes asesinados o gravemente heridos por el simple hecho de portar una camiseta o emblemas de equipos. Son ataques que no se producen en los escenarios deportivos ni siquiera en sus alrededores o en los días de los partidos (cuando se supone que hay Fuerza Pública alerta para neutralizar los desórdenes, disuadir a las barras bravas y capturar a los agresores), sino en las esquinas de un paradero de servicio público, una calle cualquiera de una ciudad o un municipio o, incluso, en andenes o tiendas, sin que importe la hora o que la persona que porte la camiseta o los distintivos de determinado equipo lo haga porque es seguidor del mismo o porque le gustan los colores y diseños y nada más.

Bajo ese orden de ideas no resulta descabellada la idea que se ha planteado en repetidas ocasiones en torno de prohibir que las personas vistan este tipo de prendas en escenarios distintos a los deportivos. Si portar una camiseta, gorra, bufanda u otro elemento distintivo de un equipo significa un factor de riesgo para quien lo hace, entonces el derecho a la vida y a preservar la integridad física es prevalente y, por lo tanto, debe restringirse su uso.

Es claro que aquí se está castigando a la víctima en lugar de a los victimarios, como sería la lógica del actuar de las autoridades. Pero está visto que las campañas de convivencia ciudadana y respeto al contrario no han dado los resultados esperados, como tampoco el hecho mismo de las altas condenas que se han impuesto a quienes matan o hieren a una persona solo por ser simpatizante de un equipo de fútbol rival. Mientras a esos bárbaros no sea posible reducirlos y someterlos a la ley, no hay camino distinto a la prevención y allí es en donde entra a jugar la propuesta de prohibir el porte de camisetas y otras prendas en lugares públicos, distintos a los deportivos, como los estadios, pues allí ya la Fuerza Pública está pronta para reaccionar ante cualquier intento de agresión por parte de los hinchas violentos.

Como se dijo, puede que la propuesta sea extrema e injusta para el 99,9 por ciento de los hinchas de fútbol que son pacíficos y no le hacen mal a nadie. Pero lo cierto es que la vida está por encima de todo y las tragedias que a diario vemos dan la razón a pensar seriamente en esa restricción.