¡Estamos hartos!
Fernando Londoño es un intelectual sobresaliente y uno de los mejores periodistas del país. Tiene el coraje de decir la verdad en su programa que se llama precisamente La Hora de la Verdad. El infame atentado debe mirarse como un ataque a la libertad de expresión.
Esperamos que no quede impune, como los magnicidios que han infestado la historia reciente de Colombia.
Estamos hartos de que la justicia sea lenta y no llegue. De los jueces si no venales, incompetentes. De las cortes politizadas y del “nuevo derecho” que ignora los principios generales. De la “justicia transicional” que permite que los hampones anden sueltos y los militares presos. De los magistrados corruptos y de los carruseles de pensiones, también impunes. De una reforma a la justicia que no toca con los problemas fundamentales y que corre el riesgo de ser manipulada por las mismas cortes que no quieren ver recortadas atribuciones burocráticas y políticas que no les corresponden.
Estamos hartos de que las investigaciones exhaustivas no lleguen a ninguna parte y que, al final, nos quedemos sin saber qué ha pasado con el desfalco a la salud destapado por el propio Presidente; ni con la denuncia de una humilde mujer contra el Colectivo de Abogados por las falsas víctimas de Mapiripán; ni con la Farcpolítica de la cual no se volvió a saber nada. Hartos de Colombianos por la Paz, Teodora, Marcha Patriótica y demás áulicos de las Farc.
Estamos hartos de ese Congreso que tiene pensiones privilegiadas y le cuesta billones a un país pobre. De los parlamentarios como Roy Barreras que el mismo día del atentado tuvo el cinismo de decir que son enemigos de la paz los que se oponen al Marco para la Paz que pretende dejar impunes los actos de terrorismo para darle contentillo a las Farc y al Eln y pidió a sus colegas que lo votaran positivamente, lo que hicieron mansamente ante los cadáveres de dos humildes servidores públicos vilmente asesinados. ¡Qué vergüenza! Con la mitad de esos congresistas nos basta y nos sobra.
Estamos hartos de la corrupción. De las obras que se pagan varias veces y no se ejecutan. De que las normas de contratación siempre dejen un resquicio para robar al Estado. De que muchos funcionarios públicos aprovechen su “cuartico de hora” y se roben hasta la plata de los hospitales mientras los pobres, cuando no mueren en la puerta, esperan horas y horas a ser atendidos y luego no pueden conseguir las medicinas porque las EPS no se las dan y tienen que pagar hasta 17 veces el precio que se paga en Ecuador, como lo denunció Juan Gossaín. ¿Qué hace el Ministerio de Salud?
Son esas reformas, y no el tal Marco para la Paz, las que necesita el país. Y eso es lo que denuncia Londoño.
Coda. Según Unasur y María Emma Mejía el gasto militar vale más en Colombia que en Venezuela. ¿Es eso verdad? ¿Qué diablos hacemos nosotros en Unasur?