La retroalimentación permite mejorar el desempeño y rediseñar sistemas de gestión, siendo el autocontrol una capacidad fundamental para evitar constantes incumplimientos, y corregir enfoques cortoplacistas que hipotecan el futuro.
Meses atrás reflexioné sobre la carencia de remordimiento en nuestra involución institucional y disfuncionalidad ciudadana- Ahora, escribo motivado por el especial “I Was Wrong”, mediante el cual reputados columnistas del New York Times reconocieron errores, pues, definitivamente, no me equivoqué con Iván Duque.
Admitir pecados y fracasos es difícil en privado, tanto más en público. Por ligereza, los juicios de valor tienden a desconocer la integridad de la intención o el esfuerzo. Y los súper genios de opinión frotamos la lámpara mágica de la Inteligencia Retrospectiva, descubriendo hipotéticas soluciones vencidas.
Como sea, el balance presentado por Duque difiere de quienes derrotamos a la opción de su continuismo, desde antes de la primera vuelta; incluso reprobó ante sus copartidarios, como demuestra el escarnio al que lo expuso María Fernanda Cabal. Redondeando, me concentraré en sus formas, pues el fondo fue suficientemente escrutado y vaciado, ante el egoísmo de los propósitos, la ignorancia de los problemas, los sesgos ideológicos y metodológicos, los fallos de medición e interpretación, y las falacias en sus argumentos o conclusiones.
Incoherente, durante su confesionario se vanaglorió (Semana.com, 31/7/2022); chauvinista, atacó a la oposición y el periodismo “militante”, porque contagia “prejuicios”. Para ahogar las penas, comparó su gobierno con vino; y, apelando a sus chascarrillos, invocó la memoria del Santos de su devoción, señalando que había tanta Libertad de Prensa, que hasta reinaba la posverdad. Obviamente, la FLIP respondió que estaba *flipando*.
Pretendiendo pasar a la historia como víctima, y salvador, señaló que le tocó el momento “más difícil” del país, y se refugió en los Lleras para advertirnos que con el tiempo “no solamente evaluaremos su gobierno por las obras que dejó, sino por las tragedias que evitó”.
Tantos falsos positivos invitan a Duque a postularse para sustituir al Papa, quien dijo de regreso de Canadá donde pidió perdón, contempla renunciar si se agrava su estado de salud.
Entrelíneas, su exculpación fue tan fallida y mal actuada como la de Will Smith, cuya desgraciada contraparte tampoco ha tenido la dignidad de corregir los exabruptos de su victimario sentido del humor.
A veces no hay por qué disculparse. Es el caso de Ribogerto Urán, quien nada le debe a colombiano alguno, y evaluó con “cero” su participación en el pasado Tour de Francia, aunque “sufrió” para inspirar a los jóvenes. Tampoco le exigiría reparación al fuera de serie que da espectáculo en todos los terrenos y situaciones, y visitará Colombia durante el Giro de Rigo, en los Llanos Orientales, si la obra inaugurada por Sarmiento Angulo y Duque no falla.
Pogačar dijo que perdió “dando todo lo que tenía para no poder reprocharse nada"; prometió que intensificaría su preparación y aprendería de sus errores, para lograr mejores resultados en la siguiente oportunidad. Lecciones de honestidad y deportividad: palabra sin equivalente en política, economía y negocios.