Recetario | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Julio de 2021

El cardenal Parolin, canciller de la Iglesia, le ha enviado un mensaje a Maduro, mediante Fedecámaras.

Parolin no escarmienta.  Fue Nuncio en Caracas desde 2009 hasta 2013 y conoce bien la naturaleza del chavismo. Ya como Secretario de Estado pretendió ser mediador en un proceso de negociación y solo recibió un trastazo.

O sea, que a sabiendas de que, en muchas ocasiones, esa metodología lo único que logra es fortalecer a sátrapas y dictadores, el Cardenal prosigue su labor en el entendido de que la ‘diplomacia espiritual prolongada’ puede arrojar frutos… milagrosamente.

Reiterativamente, él descubre que la solución solo se dará “si los venezolanos y especialmente los que tienen algún tipo de responsabilidad política, están dispuestos a sentarse y negociar de un modo serio sobre cuestiones concretas que den respuestas a las verdaderas necesidades de los venezolanos y durante un periodo limitado en el tiempo”.

El problema, claro, estriba en que como respuesta a la misiva, el régimen encerró a Freddy Guevara, uno de los compañeros de Juan Guaidó en ese aparato burocrático paralelo montado por la oposición.

Burocracia paralela y de bolsillos llenos gracias a la que Maduro legitima y convalida su dominación, diciendo, ¿Cómo puede tildarse de tiranía a este gobierno, si en Venezuela florece una poderosa oposición, autosuficiente y pudiente?

Ironías aparte, Parolin avanza en su recetario con la piedra filosofal de que un proceso de negociación exige voluntad política por parte de los involucrados: “Disponibilidad a dejar que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares, y un apoyo responsable de la sociedad civil y la comunidad internacional”.

En esa preclara línea de pensamiento, el jefe de la diplomacia vaticana logra vislumbrar que “si una negociación como la señalada tiene éxito, será necesaria una gran generosidad y paciencia, pues la crisis actual no se resolverá inmediatamente, sino que aún serán necesarios múltiples esfuerzos y sacrificios por parte de todos”.

O sea, que aún si la evidencia en Cuba, Nicaragua y la propia Venezuela no bastara, Parolin se encarga de subrayar que “sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”.

Es por toda esta formidable receta diplomática esbozada por el Cardenal, que nadie logra entender por qué, Maduro, irreverente e irrespetuoso, se atrevió a calificar todo ese esfuerzo como “compendio de odios, de veneno, de rencillas y de cinismo”.

No obstante, algo del manual de Parolin habrá calado en lo más profundo del espíritu del dictador.

De hecho, ya lo dejó claro: si en agosto emprende negociaciones en México, sus prerrequisitos son apenas comprensibles: que EEUU y Europa levanten las sanciones contra Caracas; que la oposición reconozca las instituciones del régimen, y que “renuncien a los golpes de Estado, el magnicidio y los demás caminos de la violencia”.

vicentetorrijos.com