“La palabra está en las urnas”
Son pocos realmente los episodios para destacar en los últimos años, por lo menos en comparación con aquellos a los que nos acostumbró la historia sobre las figuras destacadas del Tolima.
Más bien, se ha hecho evidente el deterioro del liderazgo tolimense en el escenario de los profundos debates y de las grandes decisiones a nivel nacional.
La convulsionada situación provocada en el pasado reciente por las investigaciones de la Fiscalía y los fallos de los Altos Tribunales en contra de nuestra clase política, con razón o sin ella, pero por fortuna hoy día superados casi todos, trajo como consecuencia su aislamiento transitorio o definitivo y un receso forzoso que les restó protagonismo, hasta irse opacando definitivamente.
Sus herederos políticos, está claro que han hecho lo que han podido, pero les ha faltado contenido, organización y trabajo con las comunidades, tanto que han dejado disponibles los espacios electorales a candidatos foráneos.
Espacios llamados a recuperar cuanto antes y así contrarrestar la aparente orfandad de jefaturas políticas que hoy se siente en nuestro departamento..
Bueno fuera convocar a quienes estén dispuestos a reconstruir el sendero del progreso y de la justicia social, con el concurso de los jóvenes, en un gran esfuerzo por unificar voluntades y abanderar nuevas propuestas, y de esa forma airear las que hemos soñado y merecemos, siempre inspirados en el bien común, con una sólida estructura moral y ética en manos de servidores públicos honorables y probos, que respeten y hagan respetar la ley y las instituciones.
De ahí, que se requiera diferenciar rigurosamente entre el bien y el mal, sus causas y consecuencias.
Hoy día ante los frecuentes cambios sociales, económicos, políticos y tecnológicos, dicho reencuentro conlleva entonces, un adecuado discernimiento para determinar el camino correcto.
Se trata de una tamizaje permanente de purificación de las conductas, tal como se limpia el agua en el filtro cuando viene sucia.
Hay quienes dicen que la capacidad para discernir es una virtud siempre que conduzca a obrar con certeza moral, total fortaleza y tranquilidad de conciencia.
En contrapeso están las hienas con piel de oveja, líderes corruptos aparentemente al "servicio" de la comunidad, gobernantes deshonestos; medios de comunicación estimulando pasiones, parlamentarios y altas cortes al compás de la ilegalidad.
Entonces, la consigna es perseverar, trabajar duro. De todas maneras, la ciudadanía debe tener claro que la última palabra está en las urnas.
En anterior ocasión hablé del "relevo irreverente", y de la "rebeldía progresiva” que es aquella de "quienes saben soportar el peso de la realidad, pero no de la injusticia; y de quienes aceptan las reglas pero las discuten para mejorarlas".
En consecuencia, el reencuentro generacional entre mayores y jóvenes, no es sólo cuestión de entusiasmo, requiere de iniciativa, de principios y valores, como de estructura, método y convicción.