Yo di lo mejor de mí y Dios puso el resto.
Hattie McDaniel.
Como era de esperarse, el Presidente Iván Duque prorrogó la cuarentena hasta el 27 de abril, decisión acertada y ajustada la realidad de la pandemia del coronavirus, y está dentro de su obligación constitucional de preservar la vida de los colombianos.
Pero como no hay mal que por bien no venga, por cuenta del Covid-19 han aflorado diferentes problemáticas de nuestro país, y en especial nuestro sistema de salud, a quien la corrupción y su privatización acabaron, el desempleo, la informalidad, la falta de servicios públicos, la desigualdad, e sistema carcelario, la crisis venezolana, la pobreza, el olvido de las regiones más apartadas y un sistema económico de corte netamente capitalista, que beneficia siempre a los grandes banqueros y empresarios; y de que les ha servido ahora la plata, el covid-19 no respeta riqueza ni oro, ni abolengos ni apellidos, está cobrando la naturaleza por igual, pasando factura por la depredación.
Hemos visto el gran corazón de los colombianos del ciudadano de a pie que puede donar desde un tapabocas y una libra de arroz para su vecino hasta los grandes artistas y empresarios que han aportado parte de su fortuna para contribuir a esta crisis sanitaria que se nos avecina.
Y hoy vemos los héroes de verdad: personal médico, transportadores, policías militares, personal de supermercados y tiendas de suministros de alimentos. Trabajadores del aseo, guardas de seguridad, nuestros campesinos que se resisten al virus para labrar la tierra y suministrar el preciado alimento a los que estamos confinados en las ciudades.
Hay lecciones que nos deja el Covid-19 y que debemos aprender como: amar, valorar y respetar la naturaleza que está muriendo ante la pandemia del consumismo y la destrucción, sentimos un aire puro, unas playas limpias con su fauna, unos ríos que recuperaron sus cristalinas aguas, un ambiente sano y una fauna que clama volver a su habita natural.
En Colombia amamos la vida porque hemos perdido muchas en una absurda guerra, y es por eso que no soportamos más dolor y tenemos que estar más unidos más que nunca para salvar nuestras vidas, porque la economía la recuperamos y nos reinventaremos pero los muertos no los podemos revivir.
Es la gran oportunidad señor presidente para que volvamos los ojos al campo, después de recuperar el sistema de salud y pagar como se lo merecen los profesionales de la salud, rescatemos el campo, volvamos a producir lo que ahora importamos como el maíz.
Hay lágrimas en mis ojos y se me eriza la piel cada vez que veo una publicación de un acto de amor y solidaridad de cada colombiano, y es realmente lo que debemos recuperar del corazón de nuestros connacionales, que ha sido roto por el odio, el dolor, la politiquería, la venganza y a la corrupción.
Desde el aislamiento envió un abrazo virtual y un mensaje de resistencia. Hoy en Colombia no hay colores políticos, raza, sexo religión, clase social porque por primera vez somos iguales somos humanos somos colombianos.