RODRIGO LLORENTE | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Marzo de 2013

El futuro proyectado

“Propiedad horizontal y ensamble de carros, los pilares”

Estamos viviendo “un futuro que fue” pero que hoy día es un presente que sostiene lo que somos. Hace más de cuatro décadas soñábamos con las proyecciones que surgían  de las carencias que sentíamos al comparar nuestra realidad con las experiencias de otros países más avanzados. Contemplábamos con admiración y envidia el perfil  de las urbes modernas de países más avanzados con la superficie plana y achatada de nuestras ciudades. Los nombres de las avenidas que constituían los ejes en donde circulaban los coches de las gentes adineradas de los países ricos nos abrumaban como hitos de progreso que se nos escapaban en forma inasible: Times Square de New York, los Campos Elíseos de París, así como otros sitios que a manera de íconos veíamos como experiencias exitosas del crecimiento económico.

Frente a este distanciamiento cada día más profundo que nos colocaba en situación de subdesarrollo, sin salida que nos señalara un camino hacia un futuro mejor llegué al ministerio de Fomento, hoy día de Desarrollo Económico, nombrado por el presidente Alberto Lleras Camargo. Estaba haciendo mis primeros escarceos en el manejo de los temas económicos y me encontré después de haberme asomado  en los planes con financiamiento internacional bajo la orientación del economista Lauchlin Currie, quien había llegado al país en la década de los años 50 con un país pujante en capacidad para transformarse.

Me empeñé al entrar al gobierno en expedir los estatutos legales que nos permitieron poner en juego las fuerzas derivadas de la construcción masiva y del uso más generalizado de los automóviles para movilizar un desarrollo que rompiera el encadenamiento de nuestras ciudades que apenas daban los primeros pasos hacia un crecimiento moderno. Había que poner en acción una Ley que había autorizado el establecimiento de las normas de propiedad horizontal así como la que hizo posible iniciar el ensamble y después la producción masiva de vehículos automotores. Estas fuerzas desataron energías que han contribuido en forma abultada al crecimiento nacional: las torres de los edificios modernos de Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali y de otras ciudades intermedias como Cartagena, Bucaramanga, Pereira, Armenia y muchas más cuyos modernizados perfiles nos llenan de optimismo al contemplar la realidad económica del país de hoy día.

 

Sin el Decreto reglamentario  con el que pusimos en vigencia el estatuto de propiedad horizontal y sin el contrato para ensamblar los vehículos automotores que firmamos con los empresarios  de Colmotores, el perfil de nuestro desarrollo urbano hubiera sido más lánguido y sin los impulsos transformadores que vemos hoy día en nuestros centros urbanos.

De una economía basada primordialmente en la agricultura y en las exportaciones de café nos hemos convertido en una potencia intermedia con una creciente clase media que se apoya en una moderna producción industrial y últimamente en las exportaciones de nuestras minas de carbón, combustibles y otros productos de nuestra creciente y diversificada actividad minera.   

En un poco más de 40 años hemos dado un salto formidable al pasar de 1.000 millones de dólares en 1982 anuales de exportaciones globales a cerca de 60  mil millones de dólares el año pasado. Nos multiplicamos por 60 en los dólares que colocamos anualmente en los mercados del exterior.

Lo que contemplábamos como un futuro lejano es la realidad que estamos viviendo en la Colombia modernizada de hoy día.