Rodrigo Pombo* | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Noviembre de 2015

ESQUINA AZUL

Clases de terroristas

“Me solidarizo con creencias de  Cabal”

 

Con los lamentables actos de terrorismo padecidos en París se patentizó, de nuevo, la incoherencia humana y, a través de ella, la injustificada y arbitraria clasificación del terrorismo.

Sin importar la condición ideológica, todos los jefes de Estado del mundo civilizado coincidieron en calificar los actos de París como lo que son: ¡asquerosos actos de terror! Así lo habían hecho en otras oportunidades, como cuando sucedieron las bombas del 11-M en Madrid o las del 11-S en Nueva York. También cuando, deliberada y conscientemente, tanto EU como la comunidad Europea declararon a las Farc y al ELN como organizaciones terroristas de primer nivel, comparables con el movimiento yihadista o con  Al Qaeda.

 

Sin embargo, y a pesar de que las circunstancias históricas y el mundo de las realidades no arrojaba ningún cambio sustancial y poco antes de los atentados, los voceros de los Estados Unidos y no pocos de la Unión Europea manifestaron que las Farc ya no eran terroristas, o por lo menos no lo eran tanto, pudiese  ser por los diálogos de La Habana.

 

Así las bombas de Patascoy, Mitú, Bojayá o el Club el Nogal; como también los collares bomba, la bicicleta bomba o el burro bomba; o los cilindros de gas como morteros o, las miles de minas quiebra patas que cosechan infinidad de víctimas, de esas que se cuentan por cientos, ya no son actos de terror, sino manifestaciones políticas de un grupo de rebeldes que se alzan contra gobiernos ilegítimos y tiránicos.

 

Por su parte la matanza a manos de inconformes religiosos que llevan sus creencias al plano de lo irrazonable y lo violento y que a juicio de cualquier desprevenido lector son tan crueles y terroristas como las nuestras, para los líderes mundiales de Occidente ellas sí resultan, paradójicamente, actos previos de una guerra que se ha denominado “contra el terrorismo internacional”.

 

La clasificación de terroristas de primera y de segunda categoría evidencia una idéntica clasificación entre ciudadanos de primera y de segunda. De manera que mientras los colombianos somos víctimas de segunda o tercera categoría, los turistas y los parisinos víctimas de las armas radicales lo son de primera. Ellos sí son dignos de atención y ellos sí mártires de un terrorismo que no merece negociación ni contemplación, sino la aniquilación total.

 

Por eso me solidarizo con las creencias de la congresista María Fernanda Cabal, a quien no conozco pero sobre la cual estoy seguro algunos medios de comunicación le aplicaron una matonería propia de la ignorancia e impropia de su condición de formadores de opinión.

Twiter: @rpombocajiao

 

*Miembro de la Corporación pensamiento Siglo XXI.