RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Febrero de 2012

La responsabilidad mediata

Fueron  los teóricos alemanes los que después de la II Guerra Mundial y a propósito de las atrocidades perpetradas de oficio por un gobierno criminal se inventaron la teoría penal de la responsabilidad mediata.
Con ella se pretendía alcanzar la justicia material como quiera que las normas penales clásicas imperantes hasta el momento, de corte liberal decimonónico y muy limitadas en su alcance, no permitían juzgar y sentenciar a los líderes del régimen nazi pues a ellos, ciertamente, no se les podía comprobar la ejecución de una masacre o, siquiera, la orden de un genocidio, un atentado o cualquiera otra calamidad criminal.
Por eso fue necesario crear esta teoría que no hace nada distinto que permitir enjuiciar a dirigentes de organizaciones criminales así no se les pueda demostrar una responsabilidad subjetiva, individual y personalizada en el ilícito. Por supuesto, esa teoría parte de unos axiomas inquebrantables para su aplicación. Dos de ellos son: que se trate de una organización criminal y que entre ella exista una estructura de poder, lo que significa, en suma, una estructura de mando criminal, jerarquizada, organizada para perpetrar delitos y con una organización dispuesta al terror.
Pues bien, pertinente recordar esto por cuanto a nuestros tribunales judiciales les ha parecido oportuno, conducente, chévere, de moda y útil, hacer uso de esta teoría para condenar a altos políticos y distinguidos militares.
El caso del coronel Plazas Vega es, hoy por hoy, (porque vendrán más y cada vez peores) un paradigmático ejemplo. Se le condenó bajo esta teoría penal porque se partió de la base de que las Fuerzas Militares, -por lo menos las de aquel entonces-, son una organización criminal de poder y, en consecuencia, sus cabecillas, aun cuando no se les compruebe responsabilidad ninguna en las desapariciones forzadas, etc., son responsables.
Condenar al Coronel que lideró la operación sin pruebas que demuestren su culpabilidad es un atentado contra el Estado de derecho; hacerlo mientras que los terroristas que lo perpetraron ocupan altas dignidades de gobierno, es una afrenta a la razón histórica y un despropósito de inimaginables repercusiones sociales pues enseña, entre otras, que el terrorismo paga, pero predicar que las Fuerzas Militares son una organización criminal para simplemente poder aplicar la teoría de la responsabilidad mediata es, francamente, un despropósito de proporciones especiales, con la cual, por supuesto, estoy en desacuerdo.