RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Febrero de 2013

La centro derecha
Por centro derecha se entiende, fundamentalmente, una cosmovisión clara e identificable, una concepción humanista de la existencia, una percepción histórica de la vida plagada de optimismo, alegría y esperanza. El hombre no nace bueno para que la sociedad lo corrompa sino que el hombre nace bueno para potencializar su esencia perfectible, libre y trascendental dentro de la comunidad.
Para nosotros la comprensión del ser humano es personalista, es decir, convencidos estamos de que las personas son más que simples individuos, que simples animales racionales, que simples miembros de la “sociedad”. Tampoco creemos que las personas sean entes materiales cuya fuerza autosinética de la historia los va trasformando constantemente en el marco del materialismo histórico. Nosotros creemos que la persona es un animal racional dotado de sentimientos únicos y de conciencia sobre su propia naturaleza.
Centramos, pues, nuestra atención existencial allende las fronteras de la razón pura para ubicar el centro gravitacional de la vida en el amor, la misericordia, la solidaridad, el humor… De allí proviene el concepto de dignidad humana no de la creación intelectual sino de los más caros y profundos sentimientos humanos. En el personalismo humano pregonamos, como ninguna otra doctrina, la dignidad humana y sus maravillosas consecuencias porque es algo propio, exclusivo y excluyente de las personas en virtud de sus inconmensurables sentimientos.
Esas personas no acuerdan mediante contrato político la construcción de una sociedad, entendida ella como la asociación de individuos racionales unidos bajo el manto de un poder político, como lo creen los liberales. Esas personas tampoco son el componente prescindible de un Estado cuya existencia es la única predicable y cuyos miembros no pasan de ser meras circunstancias históricas dentro del materialismo dialéctico como lo creen las izquierdas. Nosotros creemos que esas personas construyen comunidades, esto es, unidades naturales dadas por la fuerza de la razón y por el poder se los sentimientos.
La centro derecha cree en la familia como comunidad primera y prototípica, en su conservación como núcleo fundamental de la comunidad política y como centro expansivo (que no único) de valores éticos y morales. Por ello se cree en las comunidades intermedias tales como los gremios, los sindicatos, las asociaciones de vecinos, las Juntas de acción comunal, las comunidades ancestrales e indígenas, los palenques y las comunidades religiosas. En ninguna de ellas hay Estado y sin duda sus lazos trascienden el individualismo racionalista el materialismo histórico para, en consecuencia, definirse como verdaderas comunidades políticas. Sobre tales hombros nos posamos y en tales columnas fundamos nuestros más elevados valores políticos.
La centro derecha es la cosmovisión personalista y comunitarista del mundo que defiende la soberanía estatal dentro del contexto de la aldea universal. La centro derecha, por consiguiente, no ve al Estado como un mal necesario ni mucho menos como un enemigo declarado pero tampoco como el terrenal Dios sustituto de toda persona y de toda comunidad, cuyos poderes son tan ilimitados que puede transgredir impunemente las fronteras de la libertad personal así como la autodeterminación corporativa.
La centro derecha, por lo mismo, defiende como propios los instintos naturales a la legítima defensa, la conservación de la especie y la inclinación natural hacia el bien de las persona. Defiende el derecho a la continuidad de las comunidades como sagrada fuente de seguridad, igualdad y libertad. Comprende que sin orden y estabilidad las libertades e igualdades no pasan a ser más que entelequias literarias y, sin autoridad legítima, la cohesión comunitaria es un imposible y la proyección social una utopía.