Sábado, 12 de Noviembre de 2011
El estilo presidencial
CONOZCO poco al señor Presidente de la República, sin embargo, por sus ejecutorias puedo afirmar lo que coloquialmente se dice: es una persona preparada, de resultados, eficiente y pragmática.
Como político alcanzó la de oro en corto tiempo mostrándose así, sin contratiempos ideológicos, sin pasatiempos valorativos y sin condiciones de pasado y futuro: ¡el presente es ahora y el resultado debe darse ya!
Ese estilo lo respeto y, como colombiano, me siento bien gobernado, no obstante, en mi ejercicio profesional y dentro del análisis político he encontrado una constante: a este Gobierno le gusta más legislar que ejecutar y eso, ciertamente, después de 18 meses de administración, me empieza a inquietar.
Los ejemplos están a la vista: nos vanagloriamos de que después de varias decenas de intentos legislativos, en este mandato presidencial, conseguimos expedir por fin la ley orgánica de ordenamiento territorial a pesar de que ella no dice nada, (me refiero a nada importante y realmente útil); sacamos un Plan de Desarrollo sin mayores traumatismos parlamentarios porque él se usó más para incluir regulaciones puntuales de otros temas que la de destacar un sello de un gobierno para la historia con un perfil ideológico claro; expedimos un Estatuto Anticorrupción que, realmente, es una ley transversal que afecta a seis estatutos legislativos diferentes sin mayor unidad de materia y con unas figuras sobradamente innecesarias; promulgamos una ley de víctimas sin contar con los recursos necesarios para satisfacer siquiera las obligaciones básicas que ella impone y, ahora, reformamos el poder central del ejecutivo creando y recreando entidades, institutos e instituciones sin conocer los resultados previsibles de tan vasta reingeniería institucional.
Al amparo de la Unidad Nacional, el Gobierno Santos se ha caracterizado por ser extremadamente eficiente en la producción normativa pero como ejecutor, sus hazañas son pocas salvo aquellas que ha cosechado del Gobierno Uribe. Empero, el trasegar legislativo le ha permitido gozar de buena prensa y, en consecuencia, mantener sus índices de popularidad elevados lo que es, por un lado, digno de admiración pero, por el otro, insuficiente para una reelección que premie unas buenas ejecutorias de gobierno.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI