Congreso programático
Como lo advertían tanto don Nicolás Gómez Dávila como don José Ortega y Gasset, la historia habla, lo hace con contundencia y por eso hay que oírla. Es necesario.
Nuestra historia no es la excepción, también habla y de qué manera. Así, por ejemplo, ha sido una constante que el liberalismo, muy propio a su ideología, se arriesgue, improvise y gestione movimientos que encantan a las masas, mientras que los conservadores, muy fieles a su doctrina, prefieren optar por el conocimiento, la experiencia, lo seguro y lo estable, lo concreto.
El nombramiento de los presidentes actuales de los Partidos es una muestra, por excelencia, de lo que estoy afirmando. Por el lado rojo está mi amigo Simón Gaviria, gran líder político, ya no digo de su generación sino de la nación toda. Por las toldas azules, en cambio, está el doctor
Efraín Cepeda, brillante parlamentario, costeño ejemplar, hombre culto, calmado y de buenas maneras que casi dobla en edad a Simón.
Simón Gaviria sale a diario en los medios masivos de comunicación, ofreciendo entrevistas, impulsando audaces propuestas, opinando del acontecer patrio lo cual es maravilloso dadas las elevadas condiciones de su inteligencia, empero, el doctor Cepeda, al posesionarse, visualizó la actualización del partido, propuso un enorme congreso programático, conformó varios comités para revisar los estatutos, la doctrina y las propuestas de gobierno, por supuesto, nada de eso ha sido noticia a pesar del esfuerzo y la trascendencia que ello implica para la democracia colombiana.
Reunir a mentes brillantes, a jóvenes promesas, a sindicalistas destacados, a dirigentes gremiales, a exministros, exembajadores y excongresistas, a lúcidos y brillantes académicos para que revisen, analicen y creen políticas públicas de gobierno, es algo que en cualquier democracia avanzada se aplaudiría y sería digno de presentarse como aquella noticia que demuestra que no puede haber democracia sin partidos políticos y no puede haber partido sin programas, doctrina y militantes serios.
Los medios de comunicación publican cotidianamente el deplorable estado en que se encuentran nuestros partidos políticos pero cuando se trabaja en el interior de ellos por rescatarlos de la miseria intelectual, moral y material, no hay voz alguna que le quiera hacer el merecido eco. Qué tristeza.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI