SAMUEL HOYOS MEJÍA | El Nuevo Siglo
Sábado, 20 de Abril de 2013

Farc: marca desmovilizada

 

El proceso de paz con las Farc es un show que ha perdido rating, transcurre sin pena ni gloria y los colombianos seguimos sin saber a cómo nos están negociando con una holandesa. Ya no son noticia los insultos a las víctimas por parte del Secretariado, los atentados son un ruido sin eco en los medios de comunicación, y mientras el Presidente dice: “se equivocan los que creen que con vías de hecho alcanzan objetivos” -refiriéndose al reciente paro cafetero- negocia con las Farc, premiando a los violentos.

Los buenos dicen que este conflicto tiene que acabar, que la paz hay que buscarla por todos los medios, que la vía militar fracasó, que ya es hora de la reconciliación, etc. Y tienen razón, la paz es el más loable de todos los propósitos. Lo que resulta inadmisible es que Gobierno y Farc nos sigan vendiendo humo y nosotros lo compremos.

En La Habana no se está negociando el fin del conflicto y mucho menos la paz, están negociando la marca Farc, el nombre de una vieja estructura terrorista. Como si se tratara de cualquier transacción comercial, por medio de la cual, la junta directiva (el Secretariado), le vende el nombre al Gobierno a cambio de impunidad, participación política y seguramente blanqueo de sus capitales. Por su parte, el Gobierno gana al enviar la señal de haber logrado acabar con la guerrilla más antigua del planeta, generando la expectativa de la paz.

Para ello, establecen una agenda que dé la apariencia de negociación, hablan de todos los temas, de lo divino y lo humano, desempolvan viejos fantasmas como la estructura agraria, la exclusión del Frente Nacional, los asesinatos de la Unión Patriótica; sacan de paseo a Marx para criticar la globalización, el capitalismo, lo contrastan con la realidad de la pobreza, de la corrupción, de la desigualdad, de la crisis financiera, de la especulación. Cumplen con todos los rituales, fumarán la pipa de la paz.

Pero la realidad, aunque firmen mil papeles, aunque den discursos sobre la libertad, la reconciliación, la anhelada paz, las estructuras militares de las Farc seguirán intactas, con otros jefes, otros nombres y otras banderas. En unos años veremos una especie de Farcrim, pequeñas bandas criminales delinquiendo y traficando al servicio del Chapo Guzmán o cualquier otro capo como Iván Márquez, que en adelante será uno de esos pseudointelectuales de izquierda que se pasean por el mundo pontificando sobre el bien y el mal.

Propuestas como las reservas campesinas servirán para camuflar caguanes, territorios libres de la autoridad del Estado para “respetar” su autonomía. Antes de firmar el acta de defunción del nombre Farc, negociarán zonas de influencia para el cultivo y tráfico de drogas, venderán sus ejércitos de mercenarios y pagaremos el costo de la paz para seguir con la violencia.

@shoyos

*Profesor Universidad Sergio Arboleda y U.D.C.A.