No parece brillar en el ministro de Salud el arte de escuchar cuando llegan las misivas de las EPS que alertan de la fragilidad financiera del sistema de salud. Luego de la carta de hace unos tres meses de algunas EPS donde básicamente alertaban sobre un cálculo presupuestal que no alcanza para cubrir los gastos reales, que se agrava por las demoras en los pagos, vuelve otra vez el burro al trigo, como dice el refrán, y esta semana se repite la historia, solo que la procrastinación de la solución financiera lo pone cada vez más débil.
Basta con pensar en las cuentas de las EPS como si fueran las cuentas de un hogar o familia, para entender algo que suena tan complejo, pero tan sencillo, como decir que el presupuesto no alcanza, a pesar de los aumentos o de la mejor estabilidad de las entradas y que falten recibir ingresos por unas deudas pendientes.
Puede el ministro rasgarse las vestiduras para decir que se ha cumplido y que incluso reciben pagos anticipados pero es que el sistema no puede salir a flote simplemente porque la base de cálculo del presupuesto (UPC) está desfazada; ha habido demoras de noventa días en el pago de recursos adeudados por medicamentos y tratamientos no incluidos en el plan de beneficios (presupuestos máximos), hasta hace muy poco resuelto, y están pendientes de pago unos ajustes del año 2022 ,cuya cifra está en revisión.
Esas tres líneas llegaron a sumar cerca de los seis billones de pesos, que significa un cúmulo tal que pone en riesgo el sistema. Las demoras en el pago de los presupuestos máximos se solucionaron, pero los noventa días de demora le representan al sistema, como lo puede ser en el presupuesto familiar o de una empresa, afugias para sortear el déficit.
Es verdad que el presupuesto de gastos según la unidad de pago (UPC) que se reconoce a las EPS tuvo un aumento este año del 16%, que es superior a la inflación, pero lo cierto es que ni por esas alcanza, porque la fórmula debe ajustarse a una nueva estructura. Acemi, el gremio de empresas de medicina integral, dijo que era necesario un aumento del 22%, de seis puntos porcentuales más.
En efecto, es cierto que casi treinta EPS muestran un deterioro importante, y que el sistema, según cifras del gremio, tiene una pérdida patrimonial cercana a los cinco billones de pesos.
Es la voluntad política de hacer las cosas, en este caso, la determinante. Para los usuarios es muy lamentable el tire y afloje con las EPS. Había una esperanza de ganar credibilidad cuando se sentaron en mesas técnicas a revisar los problemas y la fórmula que afecta los presupuestos. El alargue da razón a una voluntad dilatoria o un deseo de detrimento, que nos negamos creer. Esa no es la demanda social.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI