Hacer la guerra es una crueldad que el país no soporta más; por consiguiente, lo indicado es buscar la paz y evitar que el proceso iniciado se malogre en la mitad del camino.
Hacer oposición es más sencillo que gobernar.
Dejar de hacer, no dejar hacer, llevar la contraria, sabotear, criticar y cuestionar es más cómodo y fácil, pero además, es una forma sencilla de conseguir votos.
En consecuencia, el esfuerzo realizado para lograr el fin del conflicto, la dejación de armas y la firma de un Acuerdo, tomó tiempo, inteligencia, sabiduría y paciencia de parte del equipo negociador del Gobierno, con Humberto De la Calle a la cabeza, hombre honesto y probo, generosamente dispuesto a servirle a Colombia, pero más que eso, ético, y leal con la democracia y las instituciones. No nos queda duda alguna.
Por eso, a raíz del gravísimo delito que la DEA le imputa al también negociador, no del Gobierno sino de la guerrilla, Seusis Pausivas Hernández Solarte, alias 'Jesús Santrich' y actual vocero del grupo político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), sería un flagrante incumplimiento a las condiciones pactadas, incluida la opción de volver a la vida civil dentro del marco legal establecido para el efecto.
Por eso, de confirmarse este escándalo, y lo digo así porque aún la JEP no se ha pronunciado, y ante la evidencia clara de que alias Santrich le haya hecho pistola al acuerdo, deberán aplicarse con rigor las reglas que el mismo Acuerdo consagra.
No vayan a creer los enemigos de la paz, a quienes de paso les faltó la fortaleza necesaria para encarar la realidad del conflicto con su doloroso impacto entre los colombianos, y que solo se han dedicado a incendiar, y a tratar de deteriorar lo alcanzado, que el hecho vaya a quedar impune.
Es apenas comprensible que luego de un conflicto de más de 60 años de terror, sangre y muertes, la frustración general derivada del incumplimiento premeditado y consentido de una de las partes, desconsuela y hace perder la confianza; además, de premiar sólo a los escépticos.
Inaudito, e imperdonable para con sus mismos compañeros camaradas, que igualmente tuvieron sus esperanzas centradas en la Mesa de Negociación.
No es Humberto De La Calle quien debe dar explicaciones distintas a las que ya le ha dado a los medios de comunicación.
Es la propia guerrilla, si realmente busca la paz, quien debe responsabilizarse de explicar el hecho, y el propio Santrich ante la justicia sufrir las consecuencias que esta mala conducta le habrá de deparar.
Si se trata de un "montaje" como se ha querido también plantear, entonces que la veeduría internacional, en cabeza de los países garantes, se pronuncie.