Aunque pasó de agache, el empalme de Claudia López con Petro demostró que la administración distrital fue tan perversa como la de Duque, pues sometieron a los bogotanos a muchas “penas capitales”.
Establecieron cuatro “ejes” rimbombantes. De entrada, aunque ni siquiera es “amigable”, la denominada Movilidad Sostenible fue equivocadamente focalizada en el Metro: un proyecto que, en las precarias condiciones socioeconómicas de los bogotanos, y del entorno global, no parece costo-efectivo. El Regiotram está retrasado, y sólo falta que masifiquen la compra de máquinas tapahuecos.
Abandonaron la evolución planificada para Transmilenio. No introdujeron mejoras e innovaciones, y, pese a la oportunidad histórica que ofreció el gran confinamiento, el transporte privado continúa reinando, con el agravante de que, además de los ineficientes carros, padecemos la anarquía de las motos y el transporte de carga.
El parque vehicular está “env-ejes-cido”. La cultura ciudadana está contaminada porque, tal como sucede con el laberíntico Estatuto Tributario, la gente evade las normas y las penalizaciones; cada 20 minutos hay nuevos siniestros, y no hay registro de colados.
Los resultados del Pico y Placa Solidario, y el Carro Compartido, son ridículos. No se les ocurre reducir el espacio para los automotores particulares, y tampoco regalar bicicletas para incentivar la locomoción humana; igual, esos ciudadanos, tal como los peatones, están expuestos al peligroso tráfico de las aceleradas bicicletas y patinetas eléctricas.
Haciendo uso de la Inclusión, agrego aquí a los Rappitenderos, los Moto Taxis y las Aplicaciones de Transporte, que se auto clasificaron con la absurda o falaz etiqueta de Economía Compartida o Solidaria, expandiendo el ciclo de ilegalidad.
Es necesario que el transporte público sea gratuito. Sin embargo, en otra insufrible intervención, Claudia López dijo que “el mejor viaje es el que no se hace, y el mejor modo de transporte es el que no se usa”. Eso me recordó que, hace 10 años, Petro dijo que "deberían dejar el celular en la casa”, para reducir los robos, pues la “seguridad preventiva era mejor que la represiva".
Dicha política la extendió nuestra actual burgomaestre hacia las bicicletas. Y no hay Política Social: el Plan Marshall fue tacaño, y estuvo mal distribuido: verbigracia, convengamos que la Renta Básica no tiene sentido cuando ni siquiera equipara al Mínimo Legal, que, además, está bajo el Mínimo Vital.
La educación es una vergüenza. Edna Bonilla demostró porqué se necesitan pedagogos y no contadores liderando la formación para el futuro de la ciudad, pues el deber superó con creces al haber en su gestión. No fue capaz de desarrollar alguna plataforma tipo MITx o University of the People, para modernizar y democratizar el aprendizaje, y la Universidad Distrital tampoco universalizó su acceso para toda la vida.
De todo lo anterior se infiere que el denominado Sistema de Cuidado tampoco existe. No hay renta básica para cualquier madre y adulto mayor; tampoco regalan kits para agricultura urbana, y todos nos sentimos vulnerables, con excepción de Duque, Claudia y Petro, que andan en caravanas privilegiadas y con esquemas de Seguridad.