Son muchos, por no decir demasiados, los conceptos que sobre el Covid-19 se han planteado en el país, trayendo un sinnúmero de debates, todos supremamente importantes y aportadores al tema, llegando con ello a la conclusión que el arma más indicada y efectiva para combatir el esparcimiento el virus es el recogimiento hogareño, recurso que se ha buscado dinamizar hacia la colectividad por los diferentes niveles de autoridad, sin olvidar los inconvenientes de índole social, económico y cultural que dificultan lograr el compromiso de los núcleos sociales en el cumplimiento de recomendaciones y órdenes del Gobierno. Más sin embargo, las mediciones permiten ser algo optimistas a corto tiempo, lo que daría un margen para organizarnos mejor, como el Gobierno lo viene haciendo, con el Señor Presidente a la cabeza.
Los esfuerzos saltan a la vista, el compromiso de gobernantes y profesionales de la salud es indiscutible, pero el lunar lo genera una margen de población compuesta por ciudadanos que sin mayores recursos deben enfrentar ese aislamiento ordenado y que esperan el apoyo del Gobierno para suplir sus necesidades primarias, como lo son el alimento y la medicina. No podemos negar el empeño de diferentes sectores que no han escatimado voluntad para paliar las necesidades, pero la demanda está por encima de la capacidad, conduciendo a una situación difícil de encarar y desafortunadamente esta población no está censada ni calculada, posibilitando la aparición de grupos improvisados que quieran sacar partido de la situación. Lo anterior se ha convertido en reto administrativo y las autoridades estudian posibilidades de agrupar estas gentes y así atender sus clamores.
Si quisiéramos enumerar y priorizar la atención llegaríamos a una escasez de recursos insospechada y el tiempo jugaría en contra de las autoridades; por ello se atiende la demanda en el momento y con los peculios disponibles, porque la economía está sufriendo consecuencias colaterales, lo que golpea el bolsillo fiscal, empresarial y familiar. Pero bueno, llegó la Semana Santa, época de recogimiento y todo el país, por costumbre, está preparado a tomarse esos días de descanso en paz y armonía. Son vacaciones y los recursos económicos están programados.
Es un momento más que indicado para el ahorro, acogiendo las recomendaciones y observando un aislamiento severo, tanto en lo personal como en lo familiar. Las vacaciones como tal quedarán para otra oportunidad y la responsabilidad nos invita a redoblar el compromiso con moderaciones en todo sentido; la oportunidad nos llega a pedir de boca, -acentuando el acuartelamiento en espera de resultados positivos-, pues en tanto nos recogemos, las autoridades junto con el sector salud, continúan luchando contra el enemigo, buscando un respiro estos días con la colaboración de los colombianos que se toman una Semana Santa en recogimiento, porque vamos bien pero falta mucho.