Somos Uno | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Enero de 2017

La visión en que nos montamos con el paradigma de la modernidad nos hizo creer que el ser humano es el dueño de cuanto lo rodea, herencia del relato del Génesis en el que se afirma que el hombre fue creado para crecer, multiplicarse y dominar la Tierra.  Ahora tenemos otras comprensiones, que nos permiten aproximarnos al planeta en forma diferente.  Hacemos parte del juego cósmico, somos una expresión del amor universal y más que dominar necesitamos volver a hacer equipo con todos los seres que habitan nuestros entornos. Comprender la totalidad. El sometimiento a la tierra favoreció tipos de desarrollo inequitativo y contribuyó a la devastación de selvas, el socavamiento de montañas, el secamiento de fuentes de agua, la pérdida de soberanía alimentaria en muchos pueblos, en fin, la destrucción de múltiples ecosistemas. No sabíamos hacerlo diferente.

 

Sin balance entre todo lo que existe, afrontamos caos y muerte, que -sí- son parte de la existencia.  Pero una cosa es que se generen dentro de los ciclos naturales del planeta y otra muy distinta que los generemos en forma consciente. Ejemplos de visiones desarrollistas que favorecen los intereses de unos pocos a expensas de la totalidad que somos, abundan.  No es lo mismo haber construido ciudades sobre humedales y lagunas, carreteras sobre ciénagas o dragado canales de acceso a puertos hace sesenta años que hoy, cuando como humanidad ya hemos alcanzado niveles de consciencia ecosistémicos.  Antes desconocíamos relaciones que hoy ya podemos comprender, aunque nos neguemos a ello. Por ello hay proyectos de desarrollo que no lo son tanto: construir sobre la reserva Thomas van der Hammen o dragar sobre el coral Varadero en la bahía de Cartagena para ampliar el puerto.

Sobre este arrecife de coral, descubierto hace tres años por la bióloga Valeria Pizarro, no sabíamos nada.  Es maravilloso, pues con dos kilómetros de largo vive casi perfecto, pese a la contaminación de la bahía y la sedimentación que viene del canal del Dique.  Eso es lo que lo hace tan importante para la investigación sobre cómo restaurar otros corales caribeños, que permiten la formación de playas, protegen de la erosión y preservan los manglares y la costa.  El coral Varadero, además, es fuente de comida para los habitantes de Tierrabomba, que no solo fundamentan su sustento en la pesca sino que ven amenazadas sus viviendas por el deterioro de la isla. La construcción de un segundo canal de acceso al puerto de Cartagena mataría al coral, terminando con años de evolución y sabiduría, de la cual hoy podemos aprender, si reconociésemos que somos Uno y que podemos crear alternativas de desarrollo que no sometan a la Tierra, sino que la abracen y protejan.  A todas las especies, a la especie humana.