Desde que Laura Sarabia entró en la escena gubernamental se supo que algo extraño pasaba. Se trataba de una persona desconocida y muy joven que llegaba a un cargo con mucho poder, como ser la mano derecha del presidente, y eso que no compartía ideología con Petro. Pero había algo más: era la recomendada de Armando Benedetti, un sombrío exponente de lo peor de la política. Ese nombramiento fue tan insólito que hizo especular a muchos que Armandito sabe demasiada «mierda» de Petro, y conoce sus secretos.
Pero en el libreto de nadie estaba escrito que la aplicada Laura fuera a protagonizar semejante escándalo, tanto por el oscuro origen del dinero que habría sido robado como por el trato que le dio a la niñera.
Bien sabido es que los bandidos guardan y mueven plata en rama para evitar su rastreo. Eso lo replicaron los políticos con el dinero mal habido, como cuando llevan abultados fajos en bolsas plásticas.
Por eso, en el caso de Sarabia, el meollo inicial del asunto no es el robo sino el origen (y destino) del dinero, cuyo monto no se ha podido establecer. La excusa de los viáticos no es del todo creíble: ¿Las instituciones del Estado entregan esas cantidades en efectivo? ¿Los altos funcionarios no son provistos de tarjetas de crédito para hacer sus pagos en el exterior?
Si Sarabia recibía 906.000 pesos diarios de viáticos, que equivalen a 205 dólares al cambio de 4.400 pesos, quiere decir que los 7.000 dólares son los viáticos de 34 días, mientras que los 150 millones cubrirían 166 días de viáticos. Valga decir que ese es, más o menos, el número de días que tenía este gobierno cuando esa plata se ‘perdió’.
Es decir, Laurita no pudo haber viajado tantos días como para sumar 150 millones en viáticos, y es dudoso que, de haber viajado 34 días, hubiera logrado ahorrarlos completicos. En ese caso habría que cuestionar su pertinencia: si no los gastan es porque no los necesitan, ya todo está pagado; luego, el Estado no debería darlos. Pero esa es otra discusión.
Coartada aparte, la hipótesis que más fuerza ha ganado es que el dinero robado era producto de una comisión cobrada por unos contratos a un tal Clan Torres, pues aquí todo contrato lleva su coima y el gobierno de Petro es impúdico. Pero, aun sin certezas, el sentido común hace entender que el asunto es más grave de lo que parece. ¿Por qué?
En primer lugar, porque no tiene sentido gastarse en vuelos privados una cifra similar a la hurtada con el fin de dialogar sobre el robo. Sale más caro el caldo que los huevos, de lo que se deduce que el problema es de muchísimo mayor calado.
En segundo lugar, porque sorprende que ese monto instigue al gobierno a comportarse como la KGB soviética o la Gestapo alemana, sometiendo a una «sirvienta» a interrogatorios con polígrafo en un sótano y a chuzadas telefónicas. Un caso que muestra los beneficios de haber purgado decenas de altos oficiales de la Policía, hoy arrodillada al régimen, y tener un director que dice haber votado por el presidente.
En tercer lugar, porque los gringos no quitan la visa por nada. Si se la quitaron a Benedetti es porque hay algo muy sucio en todo esto.
Y esto apenas comienza. Ojalá el Fiscal pueda destapar el entuerto de un gobierno que se desploma sin remedio: casi el 60% lo desaprueba; el 70% considera que el país va mal y el 80% estima que el ‘cambio’ ha sido para empeorar (Invamer). Y eso que este escándalo no alcanzó a reflejarse en esta encuesta. Y si Benedetti habla, sería el final de esta aventura. Armando: hágalo por el bien de Colombia, cuente todo lo que sabe.
@SaulHernandezB