Apartes de este artículo publicado en ésta misma columna en agosto de 2012, no han perdido vigencia. Veamos:
Si bien, la frase de nuestro título se utiliza comúnmente entre los mayores para evocar los años mozos, algo semejante podríamos decir del sector agropecuario colombiano sin que se trate de defender necesariamente las contemplaciones de un proteccionismo Estatal llevado al extremo como en las épocas de la Cepal, sino en recordar fundamentales apoyos que por su condición y naturaleza además de ser compatibles con la época actual, son indispensables para lograr la competitividad que se requiere dentro un modelo globalizado, con altos índices de gestión técnica, administrativa y comercial.
Recordamos la ley quinta de 1973, la cual exigía de los servicios de un profesional, y la ley agraria de 1961 que incluyó el acceso a la a tierra de los profesionales del sector. Así mismo, los programas de Caja agraria y Comités de Cafeteros, por citar apenas dos instituciones que disponían de tecnólogos y prácticos, además de trabajadoras sociales y mejoradoras de hogar para transferir tecnología y elevar el nivel de vida de los habitantes del sector rural.
Y para no ir muy lejos, en la década de los noventa, la Agricultura por Contrato o Venta Anticipada de Cosechas, mediante la cual el productor antes de sembrar ya sabía a quién, cómo, cuándo y por cuanto vender su producción; y el incentivo al almacenamiento rural, como una forma de preservar a bajo costo los excedentes de cosecha y garantizar la seguridad alimentaria del país al ir suministrándolos al mercado en la medida en que fuese necesario.
Además del Fondo Agropecuario de Garantías; una Bolsa verdaderamente Agropecuaria de la mano del gobierno como facilitador, para modernizar la comercialización y canalizar el ahorro privado hacia la producción del campo. Los incentivos y apoyos directos e indirectos del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de conformidad con el decreto 2478 de 1999, tales como el Programa Nacional de Reactivación Agropecuaria, el Fondo de Solidaridad Agropecuaria, las Líneas Especiales de Crédito, los Certificados de Incentivo Forestal; y el Incentivo a la Asistencia Técnica (IAT), entre otros.
He leído los anuncios de la viceministra de agricultura actual, tolimense para más señas, hablando de Agricultura por Contrato y del Incentivo al Almacenamiento, y eso nos entusiasma. Pero si algunos de los otros programas ya no existen por haberse administrado mal o haber caído en manos de usuarios deshonestos, valdría la pena también revisarlos. Una cosa es una cosa y otra cosa, como sucedió inclusive con Agro Ingreso Seguro, que se le dio entierro de tercera por no haberse aprovechado con honestidad y pulcritud pagando justos por pecadores. Además, porque muy poco se ha hecho por corregirlos o sustituirlos. Juan Camilo Restrepo le hizo ajustes a éste último, me refiero a AIS, con el nombre de Desarrollo Rural con Equidad, título semejante al mensaje de Andrés Valencia ahora. Lo cierto es que aún no estamos preparados para aprovechar las oportunidades de los mercados externos y el esfuerzo debe encaminarse de manera integral.