Trascendencia | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Octubre de 2016

tradiciones sagradas de sabiduría, que no equivalen a religiones, reconocemos que todas nos hablan de un sentido de trascendencia: este viaje que conocemos como vida tiene unos sentidos profundos que van más allá de la muerte.  Creamos en algo superior o no, lo cierto es que en la vida como la conocemos experimentamos diferentes emociones y sabemos por experiencia propia que nos va mejor con unas que con otras.  No es tan agradable vivir en el miedo, la rabia, la tristeza o los deseos de venganza.  Es más amigable estar en la confianza, el sosiego, la alegría y la compasión.  El tema es sencillo, que no simple: es mejor estar en emociones conectadas con el amor. 

 

Al vibrar en emociones desarticuladas del amor aumenta nuestra vulnerabilidad.  El miedo, que es necesario para proteger nuestra integridad y sobrevivir, se convierte en un lastre cuando no lo elaboramos y le concedemos poder.  Se torna en una amenaza permanente que nos genera ansiedad y parálisis para realizar acciones asertivas.  La rabia, legítima para expresar oportunamente lo que nos molesta, se va acumulando y se vuelve una constante frustración iracunda, que al no ser canalizada con quien y cuando corresponde termina por generar agresividad ante cualquier situación limitante. La tristeza, válida como una expresión del dolor emocional, puede convertirse en sufrimiento cuando no hacemos los duelos.  Como los pensamientos y emociones tienen un correlato físico, se bajan nuestras defensas, sentimos malestares y dolores y generamos enfermedades.  No es que nos dio gripa o apendicitis: las construimos con nuestras emociones de bajas frecuencias vibracionales.

 

La vulnerabilidad en la que nos situamos cuando estamos desconectados del amor -comprendido como fuerza vital más que como emoción- es utilizada por quienes desde sus intereses personales nos quieren manipular, sean ellos personas de nuestro círculo cercano o de una esfera más amplia, como líderes políticos y religiosos.  Tienen claro que el poder que puedan ejercer sobre nosotros depende de que renunciemos a él, lo que hacemos en forma inconsciente cuando vibramos en desamor.  Entonces, infunden miedos, atizan rabias, exacerban ánimos, proyectan escenarios escalofriantes, que en nuestros estados de vulnerabilidad encuentran eco.   Ya lo sabemos.

Podemos conectar con nuestro propio poder elaborando tales emociones, construyendo la propia vida con herramientas como respiración consciente o meditación para ganar consciencia, es decir, darnos cuenta plena de lo que nos sucede. Así, trascenderemos esas emociones -aquí y ahora- mediante ejercicios poderosos, continuos, constantes. Una rutina diaria de sanación es posible.