Colombia entera quedó estupefacta y atónita con la reaparición de las chuzadas, que se creían desterradas de los cuerpos fiscales e investigativos del país. Han reaparecido, al parecer por orden de funcionarios de poca monta en la Casa de Nariño.
Así surgió el mayor escándalo que haya recibido el gobierno Petro. Se dice que ni Armando Benedetti, ni Laura Sanabria, embajador en Venezuela y Jefe de Gabinete, estaban preparados para esas funciones. Impulsivo el primero e inmadura la segunda.
Se asegura que las equivocaciones son imperdonables, y Petro cayó en ello: El primero se deslenguó y hasta dijo a la segunda que fue nombrada por Verónica -la primera dama- y “sabes por qué”, le dijo a Laura.
Este incidente ha tomado todos los caminos, no propiamente de rosas, porque entre Benedetti y Laura, las amables y entrañables se rompieron. Cuando el primero regreso a Bogotá, de Estados Unidos, se encontró con la alcaldada de la segunda, a quien se le había extraviado fuerte suma de dinero de su residencia. Se culpó de inmediato a Marelbys, la niñera y a Fabiola, limpiadora de la casa de la jefe de gabinete. Las dos fueron a parar a un detector mentiras y grabaciones (chuzadas) de sus celulares. Nadie, hasta hoy, sabe dónde está el dinero.
La antigua amistad de Benedetti con Laura, involucró al embajador en esta película, ya que fue quien recomendó a la niñera, la llevó y trajo a Caracas para armar la película.
El embajador, quien viajó a Estados Unidos sin permiso de la Cancillería para visitar a un hijo, debía presentarse ante Petro y rendirle cuentas. Como es costumbre, el presidente lo dejó esperando durante tres horas, cosa que enfureció a Benedetti.
Fue entonces cuando apareció el libreto de las “chuzadas” en Semana, con insultos de ida, vuelta y palabrotas injuriosas muy corrientes en ciertas emisoras.
De ahí en adelante se armó la gorda. Izquierda y derecha se enfrentaron, especularon y elevaron su nivel, cuando Benedetti hablo de dudosos dineros en la campaña Petro. Salieron a flote el 8.000, más no la ñeñepolítica ni Odebrecht.
De inmediato, las tres reformas de Petro: salud, trabajo y pensiones, quedaron congeladas. Rudo golpe al gobierno, aunque si, un alivio para los sectores económicos y la inversión extranjera. Hasta el dólar se resquebraja.
Ni Petro, ni sus fieles partidarios han manejado las cosas bien durante estos diez meses. Han arrojado a la calle a figuras irreemplazables como Ocampo, López y Gaviria, quienes habían dado un tono de Acuerdo Nacional al mandato, abriendo puertas y logrando apoyos políticos para sacar adelante las reformas, con modificaciones acertadas.
Estamos ahora en un desconcierto nacional, “Armando” por un “tigre enjaulado” que buscaba puesto en el altísimo gobierno, mientras se especula con los $15.000 millones.
Petro tiene que hacer el cambio: montar un gobierno con matices conciliadores y funcionarios preparados y ecuánimes. Que los hay, los hay.
BLANCO: La justicia que se ha hecho con las mujeres para pensionarlas.
NEGRO: La destrucción de nuestra selva con el petróleo que derraman las guerrillas.