Marco Tulio Cicerón, jurista, político y orador, considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la República romana, decía “somos esclavos de las leyes para poder ser libres”
Donald Trump elegido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, después de enarbolar una campaña populista, alejada de todo marco jurídico, político y diplomático, quiere convertir su presidencia en un gobierno dictatorial imponiéndose sobre los demás países, ignorando su soberanía, constitución y sus leyes.
Desafortunadamente Trump se encontró con una justicia implacable, impuesta por la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito que impidió su abuso de poder, al suspender la orden de prohibir la entrada al país de los ciudadanos de mayoría musulmana. Trump fue denunciado por los estados de Washington y Minnesota ante un juez federal que suspendio la orden mientras se resolvía su constitucionalidad. El sistema judicial demostró su independencia garantizando el respeto de los derechos de los individuos.
Trump aún se cree el director de un reinado de belleza, se quiere mostrar como el salvador del planeta, empeñándose en obligar a México a aceptar concesiones humillantes, como el de levantar un muro entre México y Estados Unidos.
Trump piensa que está en Colombia, donde se impone la voluntad del ejecutivo sobre los poderes legislativo y judicial. Como el nobel de paz, que desde la silla presidencial impone al Congreso Nacional las leyes que deben aprobarse, claro con una buena mermelada.
La Corte Constitucional, por ejemplo, aprobó rápidamente el fast track que le dio más poder al ejecutivo, mecanismo necesario para la legalización de los acuerdos, desconociendo los resultados del plebiscito. Ahora se quiere utilizar nuevamente el fast track para hacer una nueva reforma política.
Aquí en Colombia la justicia se cumple según la voluntad presidencial, en Estados Unidos, en cambio, el Presidente obedece al poder judicial, quiera o no quiera es esclavo de las leyes de su país. Esa es la diferencia.
Montesquieu afirmaba que cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona, no existe libertad, porque es de temer que hacen leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.
Cuando el poder ejecutivo está unido al legislativo y al judicial, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos será arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al primero, será tiránico, por cuanto gozará el juez de la fuerza misma que un agresor.
Mientras que Donald Trump ejerce una presidencia despótica, los tribunales de justicia se lo impiden, aquí en Colombia aún desconocemos la independencia de los poderes expuestos por Montesquieu.