No solo la universidad, sino todo lo que tenga que ver con la cultura, la capacitación, el adiestramiento, son esenciales para el progreso económico y el adelanto en todos los aspectos de la vida social. La Universidad La Gran Colombia, con 70 años de fecunda y destacada experiencia ha sobresalido en el ámbito de la educación calificada, por la eficacia con que ha preparado a sus miles y miles de estudiantes, en diversos ramos laborales. Según las estadísticas, de cada diez egresados, ocho se han incorporado a nuestra economía productiva.
Y esto tiene una elocuente explicación. La masa estudiantil grancolombiana, a diferencia de otras universidades, tienen mística, fervor y exigente compromiso de ser los mejores profesionales, por la necesidad apremiante de producir para poder sobrevivir. Se trata de un grupo social que no goza de privilegios financieros. En numerosas familias se estudia para lograr estatus, jerarquía y prestigio. En otro aspecto. Esta universidad tiene una sólida acreditación científica, lo que le permite entregar a la comunidad profesionales excepcionales en lo moral y en la idoneidad.
Los organismos institucionales de este claustro acaban de reelegir, por unanimidad, como rector al catedrático y brillante académico Dr. Marco Tulio Calderón, para un período de 5 años. Esta acertada decisión ha producido júbilo y entusiasmo en términos generales, por los ventajosos logros a favor del claustro, conseguidos por el Dr. Calderón, en el poco tiempo que lleva al frente de esta institución.
La calidad humanística y técnica se ha incrementado, la fortaleza económica es admirable a pesar de la pandemia y otros azotes que han golpeado al 90% de instituciones superiores. Avanzan las seccionales que funcionarán en Medellín, Boyacá y el Meta. Los servicios sociales son óptimos.
Cualquier organización que tenga como bandera la “excelencia académica” se impone por encima de todo.
Según Marco Tulio Calderón, la U. La Gran Colombia es de las mejores universidades por los siguientes motivos: se le da un profundo contenido moral al profesional, se le exige más a la inteligencia que a la memoria, se acostumbra al joven a ser disciplinado, metódico, solidario, cívico y pensar todos los días en superarse. Estancarse es retroceder. No se le teme a la competencia, se teme no ser “competente”.
En esta época de la digitación y de tantas sorpresas técnico – científicas, al estudiante y al docente se le pide más y más. Y esto lo tiene muy en cuenta esta universidad, hasta el punto de contar con egresados estratégicamente instalados por sus buenos resultados. En el mundo del conocimiento en que vivimos prevalece esta frase: “Dime qué conocimientos tienes y te diré cuánto vales”. Antes que “techo y pan”, hay que darle prelación a la formación ética y laboral.
Cuando a uno se le inculca que nació para ser “líder” aumenta la responsabilidad y la urgencia de ser el mejor entre los mejores. Los evangelios repiten “viene al mundo a servir y no a ser servido”.