Estar siempre en contra de todas las propuestas del Gobierno pareciera ser una actitud deliberadamente retaliadora y de venganza por parte de quienes perdieron las pasadas elecciones.
Mientras a la Presidencia de la República le asiste la voluntad de mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, la oposición se dedica a no dejar hacer nada.
A lo anterior, se suma el racismo estructural que desde la Colonia persiste, ahora dedicado a insultar y ridiculizar a la vicepresidenta Francia Márquez por el simple hecho de ser negra.
El estribillo de "Gustavo Petro guerrillero” igualmente pretende, de mala fe, deslegitimar la restitución plena de sus derechos y deberes constitucionales, lograda a través del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno de Virgilio Barco y el antiguo Movimiento M-19, diligencia exitosa de finales del siglo pasado que conllevó su desmovilización e incorporación a la vida civil.
No menos importante fue su participación como integrante de un nuevo partido político en la celebración de la Asamblea Nacional Constituyente que dio origen a la Constitución que hoy día nos rige, promulgada el 4 de julio de 1991.
En consecuencia, no es un hecho intrascendente que Gustavo Petro haya sido elegido Presidente de Colombia 2022 - 2026; por el contrario, es de máxima importancia, sobre todo tratándose de un triunfo mayoritario y limpio.
No es por la fuerza como pretende el exabrupto de propuesta para “defenestrarlo” o expulsarlo de su cargo “por arte de birlibirloque” o mediante el denominado ‘golpe de Estado blando’, que no es otra cosa que un saboteo permanente, con el concurso de la prensa, para hacerle trampa a la democracia.
Olvidando además que “en Colombia la conspiración para cometer un golpe de estado está tipificado como delito en el código penal con pena de prisión de 4 a 8 años y se denomina “conspiración para delinquir”, ley 599 de 2000, Código Penal colombiano artículo 340.
El actual Presidente de Colombia no es entonces un hijo de la guerra sino un “hijo de la paz” y para la paz, como inteligentemente le ha denominado el escritor Alonso Valencia y de cuyos apuntes tomé algunas citas para el presente artículo.
Entre tanto, a todo lo anterior se suma la insolencia, indisciplina, grosería, arrogancia, antipatía, prepotencia y soberbia del Fiscal y la Procuradora en contra del primer mandatario y su equipo de Gobierno.
Juego asqueroso y desleal como el de quienes en alguna época se mostraron solidarios y ahora reniegan y denigran.
Por último, bastante tiene el presidente Petro, opinaba el senador Bolívar en twitter, “... con las mentiras de la oposición, el ataque constante de cuatro expresidentes, las amenazas de los exmilitares, el chantaje de los partidos y las tergiversaciones de algunos columnistas y medios de comunicación”, para que ahora también, como ha sucedido en días recientes, tenga que salir a dar explicaciones sobre niñeras, polígrafos, maletines, chuzadas y otros líos de la vieja política, incluso entre algunos de sus propios funcionarios. ¡No faltaba más!
*Exgobernador del Tolima