Un No merecido | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Septiembre de 2016

La evaluación de la relación de fuerzas y la aceptación de la narrativa sobre el origen y desarrollo de los conflictos determinan la simetría o asimetría que caracterizará las negociaciones y los eventuales acuerdos que se alcancen. Constituyen aspectos de enorme importancia a lo largo de las conversaciones y dejan su impronta en todos los temas que se convengan.

Esa primera batalla la ganaron las Farc. Impusieron su narrativa del conflicto y con ello conquistaron la condición de partes iguales con el Gobierno, la  que nunca alcanzaron en el terreno de la confrontación militar y política. Lograron que la contraparte adhiriera a la caracterización del alzamiento subversivo como una guerra civil prolongada por 52 años y originada por la desigualdad en la propiedad de la tierra. Se apropiaron del carácter de víctimas, atribuyéndole al Estado el de victimario, usurpando una superioridad moral de la que aún hoy carecen. Primera y suprema concesión de la delegación gubernamental que convirtió el proceso en claudicación.

El acceso de Fidel Castro al poder permitió la conversión de la agrupación bandolera de “Tiro Fijo” a organización guerrillera bajo la asesoría del Partido Comunista Colombiano. No otro fue el papel del comisario “Jacobo Arenas”. Esa guerrilla conoció un largo período de gestación que se prolongó por más de 20 años, durante los cuales nunca significó un reto para la seguridad nacional.  A partir de los años 80, hostigó poblaciones indefensas, provocó desplazamientos forzados y acrecentó sus filas con reclutamientos, mayoritariamente constreñidos, sin lograr aceptación entre la población colombiana. Con el control de la producción de coca, con la práctica del secuestro y de la extorsión, con la comisión de actos terroristas contra la población civil, y validos de los réditos del narcotráfico, degradaron su accionar y concitaron el rechazo generalizado de los ciudadanos.

El fortalecimiento de la Fuerza Pública, a finales de los 90, puso fin al intento de convertir a la guerrilla en ejército y marcó el inicio de su debilitamiento que terminó por obligarlos a la negociación política. Ni guerra civil, ni 52 años padeciéndola constituyen verdad sobre el  conflicto, y la causa principal del alzamiento obedeció a los imperativos de la Guerra Fría. De esa primera capitulación se desprenden el poder constituyente de Timochenko, la Justicia Especial de Paz cubierta de impunidad, la elegibilidad política de los responsables de delitos atroces, la conexidad del narcotráfico, la extorsión y el secuestro con el delito político y la de entronizar la participación como mecanismo de oposición política. Sumisión inaceptable que merece un No rotundo.