¡Qué difícil elegir cuáles palabras del papa Francisco resaltar en este espacio! La visita papal a Colombia ha sido un fenómeno sin precedentes, que ha convocado a millones de personas como nunca antes se había visto: más de un millón cuatrocientas mil en el parque Simón Bolívar de Bogotá, más de medio millón en Villavicencio, además de las reunidas ayer en Medellín y hoy en Cartagena de Indias. Católicos y muchos no católicos ni religiosos, mas sí conectados fraternal y espiritualmente, recibimos con gozo el mensaje de Francisco. “Vengo también para aprender; sí, aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad”, dijo ante una plaza de Bolívar abarrotada de jóvenes.
Aprender es lo que nos permite crecer. No es un hecho individual; es un acto colectivo, comunitario, que incluso en las personas autodidactas implica algún grado de interacción con la otredad, manifestada en quienes nos han antecedido y en la naturaleza que nos envuelve. No podemos aprender mientras no nos reconciliemos con todo lo que somos. “Decir sí a la historia completa… dejar pasiones… hacernos cargo, abrazar esa historia”, dijo el papa durante su homilía en Villavicencio. Son esas pasiones del ego las que nos impiden vivir en paz, las que nos llevan a “la tentación de la venganza” y nos hacen poner nuestros intereses personales por encima de los colectivos. Las pasiones que nos hacen cometer errores.
Dijo Francisco a los jóvenes y nos dice a todos: “Ustedes tienen la capacidad no sólo de juzgar, señalar desaciertos, sino también esa otra capacidad hermosa y constructiva: la de comprender. Comprender que incluso detrás de un error -porque el error es error y no hay que maquillarlo- hay un sinfín de razones, de atenuantes. ¡Cuánto los necesita Colombia [y el mundo] para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!”. Todos cometemos errores: niños, niñas, hombres y mujeres de todas las edades; las iglesias, los partidos políticos, los empresarios, los trabajadores… “Todos somos vulnerables”, como lo manifestara el papa la noche del jueves.
Requerimos comprensión activa, no solo de palabra, al igual que necesitamos señalar los errores, antes que para condenar al otro, para no volver a cometerlos. Para que dejemos de fomentar más guerras, paremos de cometer más actos de corrupción, soltemos la necesidad de arrasar con la naturaleza buscando obtener ganancia económica, aumentando la desigualdad y el peligro del cambio climático. Hay errores que estamos a tiempo de evitar: manipular para alcanzar nuestros deseos; decidir con base en miedos u odios; seguir señalando eternamente al otro por su equivocación de ayer, así tenga el deseo de enmendar y lo esté haciendo hoy. “Sí a la reconciliación completa, que el sí incluya también a nuestra naturaleza”: necesitamos reconocer nuestros errores, integrarlos, aprender para reconciliarnos con nosotros y lo otro. Porque “todo esfuerzo de paz sin un compromiso de reconciliación siempre será un fracaso”.