Vicente Torrijos | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Diciembre de 2015

Desde el Panecillo

“Socialismo del siglo XXI, con los días contados”

 

Nada  mejor que festejar el triunfo de Macri en la cima del Panecillo, o del Itchimbía, en Quito, la siempre bella, colonial y conventual.

 

Con el imponente monumento a Nuestra Señora como faro de los sentimientos políticos, ver las dos mitades de la ciudad de mil colores permite pensar que la polarización entre democracia y autoritarismo tiende a diluirse en nuestra América.

 

El rumor de las protestas sociales, hastiadas de un gobierno derrochador crecientemente envuelto en rumores de corrupción so pretexto de la fachada en infraestructuras, fortalece el espíritu y la convicción de que el Socialismo del Siglo XXI y la violencia revolucionaria tienen los días contados en América Latina.

 

Eso es lo que significa la antedicha victoria del liberalismo en Argentina.  Haber derrotado al chavismo en el cono sur (gracias, en todo caso, a la gallardía de un régimen que no hace trampa, como otros, para atornillarse en el poder) sugiere los próximos triunfos en Brasil, y poco más tarde en Uruguay.  Pero será una tarea ardua y espinosa.

 

De hecho, nadie puede negar la popularidad de Morales en Bolivia, pero tampoco se puede ignorar la telaraña que ha tejido para consolidar esa tendencia marxistoide a permanecer para siempre en el sillón presidencial, tal como seguramente lo logrará mediante los malabares plebiscitarios ( tan de moda también en Colombia ) de principios del año entrante.

 

Segundo, salta a la vista la misma tendencia manipuladora en Ecuador, donde Correa ajusta la Constitución para que transitoriamente uno de sus amigotes ocupe la jefatura del Estado a fin de retornar, cuatro años más tarde, como padre de la patria, a estrenar la reforma constitucional que –como en Bolivia- le garantice la presidencia vitalicia.

 

Tercero, los otros dos pilares del Alba, Nicaragua y Venezuela, harán hasta lo imposible para perseguir, doblegar y someter a la oposición con tal de preservar una revolución absolutamente deslegitimada, carcomida e indignante para la historia del Continente.

 

La cárcel, el miedo, el fraude, el crimen, componen, pues, la receta mediante la cual el autoritarismo en América tratará de evitar que los aires de renovación que soplan desde el Cono Sur penetren sus vetustas raíces, abonadas por el odio.

 

Hasta el momento, estos regímenes han contado con el apoyo de otros gobiernos del vecindario, trémulos, pusilánimes y acobardados.  Pero incluso ellos tendrán que tomar partido tarde o temprano.  Y eso es exactamente lo que puede verse desde la cima del Itchimbía y del Panecillo.