VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 31 de Enero de 2012

El verdadero Gran Hermano

Londres, una ciudad obsesionada con la seguridad, cuenta desde hace 5 años en sus calles con centenares de cámaras acompañadas de altoparlantes que inhiben a potenciales criminales.

En breve, algo aún más sofisticado será puesto en marcha en New Jersey, E.U., concretamente en East Orange.

No sé si ustedes también la estén viendo, pero se trata de algo relativamente parecido a lo que sucede en la nueva serie de televisión Person of Interest, de J.J. Abrams (el mismo de Lost y de Alcatraz).

En ella, como si del Gran Hermano se tratase, un ultra millonario inventa unas cámaras que, puestas en cada esquina, le permiten identificar conductas y conversaciones potencialmente peligrosas entre la muchedumbre de tal modo que en compañía de su socio logran anticiparse a los criminales evitando que ejecuten sus planes.

De hecho, en New Jersey se instalará una compleja red de cámaras acompañadas por reflectores unidireccionales que emitirán sus luces rojas sobre los sospechosos cubriendo hasta una cuadra de distancia y persiguiéndolos de tramo en tramo hasta que caigan en control de los agentes del orden.

Por lo tanto, esta disuasión temprana se enfoca a desanimar a las bandas y a los delincuentes aislados ya que centenares de uniformados estarán monitoreando las calles día y noche para detectar comportamientos atípicos o disonantes.

Y lo harán sosegada y objetivamente desde centros de control de alta tecnología disparando sus luces como si se tratara de una central de viajes espaciales con el fin de seguir reduciendo la criminalidad, el terror y el chantaje sobre el ciudadano.

El mensaje es claro: "Delincuentes: la Policía los está observando, los está filmando y está respondiendo". No será una iniciativa que resuelva la exclusión social, ni la segregación, ni la marginalidad. Pero sí será un poderoso mecanismo preventivo para contener a quienes usan la exclusión, la segregación o la marginalidad como pretexto o justificación para perpetrar sus atentados.

Que es exactamente lo que debería suceder en la frontera con Venezuela, pero no está sucediendo.

Allá, los terroristas se refugian, están al acecho, fraguan sus crímenes, preparan los ataques y los lanzan sobre territorio colombiano.

Las cámaras, los satélites, la tecnología de punta interceptan sus comunicaciones, los detectan. Pero amparados por fuerzas siniestras, por un verdadero Gran Hermano, consiguen lanzar sus ofensivas, trazar las directrices, emitir sus comunicados, incrementar el secuestro y aspirar a que allá mismo tengan lugar sus anhelados “diálogos de paz”.