VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Febrero de 2012

Oncopolítica

Después  de que se le detectara esa masa maligna en las entrañas, el presidente Chávez ha convertido su padecimiento en un instrumento político válido para todo tipo de propósitos.
Primero, en el plano personal, lo convirtió en estandarte de batalla, ejemplo de liderazgo y la mejor muestra del designio metafísico por salvar a la patria de las garras de la oligarquía y el imperialismo.
Sintiéndose identificado con el Libertador cuando dijo durante el terremoto de Caracas que si la naturaleza se oponía a su destino entonces la doblegaría, el Coronel ha convertido su cuerpo en una extensión de la guerra que libra contra todo aquel germen, virus o tumor que ose perturbar su destino manifiesto.
Segundo, en el plano judicial Chávez se ha sentido condolido como Siddhartha cuando al salir de su palacio conoció el sufrimiento humano, y así, sobrecogido por un arrebato de marxismo compasivo ha ordenado la liberación de prisioneros políticos que, por supuesto, se hallaran en una condición médica similar a la del Jefe de Estado.
Tercero, en materia de relaciones internacionales el comandante ha sido aún más creativo y ha llegado a la conclusión de que el Imperio está tratando de contener la revolución en América Latina inoculándole el cáncer a él, a Lula, a Lugo, a Kirchner y a Rousseff.
En consecuencia, el caudillo sólo le ruega a Dios que le permita llegar a la Cumbre de las Américas en Cartagena, primero para no desairar a la Cancillera colombiana que tan hacendosamente ha venido preparando desde el menú hasta la agenda, pero, sobre todo, para plantarle cara a Obama y anunciarle que ha nacido un nuevo orden interamericano antiimperialista y anticapitalista.
Y por último, en el frente electoral, el conductor de la patria ha convertido su padecimiento en la mejor herramienta para consolidarse en el poder restándole influencia a Jaua y a Maduro al enviarlos como candidatos a Miranda y Carabobo, reposicionando a Cabello, nombrando a Rangel Silva como termostato militar y garantizándoles influencia a los jóvenes ministros Lizarra, Al Aizami, Ramírez y Giordani, todos ellos al lado de su hermano Adán, actual gobernador de la natal Barinas.
Pero lo que realmente le quita el sueño es a quién va a nombrar como nuevo Vicepresidente en las próximas semanas. Porque una cosa es jugar políticamente con la enfermedad pensando en que la omnisciente medicina cubana va a curarlo, pero otra muy distinta es plantearse, si el mal resulta irreversible, ¿en manos de quién dejará su revolución idolatrada?