La hora de la ‘planeacción’
Después de un año de la tragedia invernal que devastó inmensas zonas del país, lo que muchos nos temíamos pasó: que antes de que el Gobierno hiciera algo por resolver los estragos del invierno pasado nos iba a caer el siguiente, con los consabidos perjuicios que ya se están empezando a apreciar.
Hace un año el propio Presidente señaló que ese invierno era una catástrofe de proporciones inesperadas y que iba a poner todo su empeño en la mitigación de sus consecuencias. Sin embargo, pese a toda la parafernalia, el designio de un insigne banquero para que gerenciara la operación de salvamento, los cacareados oficios de la Primera Dama y los rimbombantes anuncios como respuesta a las inclemencias del tiempo, lo cierto es que la tarea del Gobierno en esta materia deja un balance preocupante.
Yo era de los que creían que siendo Juan Manuel Santos un hombre muy capacitado en temas gerenciales, y dada su conocida obsesión por mostrar resultados, él y sus colaboradores iban a realizar acciones más efectivas contra los desastres ocasionados por el invierno; pero eso no sucedió. De hecho, buena parte de las ayudas fue desviada o usurpada con fines políticos y toneladas de alimentos y medicinas terminaron pudriéndose en bodegas mientras los damnificados clamaban por algún tipo de asistencia que jamás llegó.
Ahora toca multiplicar esfuerzos para atender a la vez los frentes de emergencia que dejó la crisis del año pasado y los nuevos retos que empiezan a verse con el invierno actual, que apenas comienza.
En este campo, da la impresión de que el Presidente se hubiera posesionado ayer y no hace 14 meses. La hora de planear ya tenía que haber pasado y el gobierno en pleno debería estar de cabeza actuando en todos esos frentes; pero parece que todos allá arriba estuvieran todavía dedicados a hacer estudios y trazar estrategias. Eso tenía validez hace 12 meses, cuando la nueva administración fue sorprendida por la catástrofe, pero ya ha pasado mucha agua no bajo el puente sino por encima de nuestras cabezas.
No se trata de caer en la improvisación ni de recurrir a las acciones desesperadas, pero tampoco se pueden quedar los altos responsables del manejo del Estado haciendo estudios y recitando teorías, mientras el agua arrasa con todo, sobre todo en las zonas más necesitadas del país.
En efecto, un gobierno serio y responsable debe planear antes de actuar; sin embargo, hay situaciones que exigen acciones inmediatas y efectivas. Señor Presidente, el invierno no da espera, usted no se puede quedar en los discursos y la solidaridad de los micrófonos o Twitter; usted sabe que eventos extraordinarios exigen acciones extraordinarias. Reaccione. Usted tiene que planear y actuar, la cosa es diciendo y haciendo; es hora de pasar a la ‘planeacción’.