Aquí vamos de nuevo. Empezar el año es aferrarse a la ilusión de los nuevos comienzos y las segundas oportunidades. La lección cada vez es la misma, siempre es posible una mejor versión de lo que somos. Y así, tal vez, la vida solo se trate de intentar ser lo que queremos. Ojalá el anhelo de ser mejores nos cobije colectivamente en este 2025, que se anticipa turbulento para Colombia.
De nuevo el calendario electoral se impone en la agenda. Este año los partidos y movimientos políticos definirán sus candidatos y su estrategia para aspirar a la Presidencia y al Congreso, en el 2026. Pobres de nosotros, los ciudadanos, de todos los colores y las orillas políticas; nos espera un año lleno de escándalos y radicalismos.
Para los políticos, polarizar resulta cada vez más efectivo a corto plazo. La estrategia consiste en eliminar el razonamiento del debate y, a cambio, detonar la indignación para que la gente vote enfurecida, y visceralmente, en contra de aquello que detesta. Para el conjunto de la sociedad esto resulta nefasto, a mediano y largo plazo. La tensión se instala en la vida cotidiana y deteriora las relaciones más cercanas. Aparecen las discusiones en la mesa del comedor y en las reuniones familiares, los silencios incómodos en el trabajo y con los amigos, y finalmente las rupturas irreconciliables.
La polarización desgarra el tejido social, tanto como la violencia, y sus consecuencias son muy difíciles de revertir. Las redes sociales y los grupos de WhatsApp son los vehículos del odio y es la gente del común, nosotros, los que nos prestamos como idiotas útiles a la manipulación. Las noticias falsas, los rumores, las fotos sin contexto y los videos alterados, que se replican sin cuestionamiento alguno, desatan la virulencia, encienden el polvorín y destrozan los vínculos.
De caer en esta trampa, al final de la contienda electoral, a mediados del 2026, habrá ganado un grupo, pero habremos perdido todos. Para quienes lleguen al gobierno o al legislativo las cosas también serán difíciles. Con la sociedad cada vez más dividida resultará casi imposible llegar a consensos. En política, como en la vida misma, todo se hace con los otros; romper la posibilidad de diálogo con los contradictores no es estratégico.
La historia ya la conocemos. Después de dividir, quienes quieran sacar adelante sus proyectos tendrán que hacer lo posible por unir; pero el daño ya estará hecho. En el desespero por no poder cumplir sus promesas tendrán que recurrir a medidas autoritarias para imponer su voluntad y, entonces, la democracia se debilitará aún más.
Evitar la polarización está a nuestro alcance, a la distancia de un clic. Informarse en los medios reconocidos, no replicar información sin contexto, de origen incierto; no amplificar los discursos de odio, ni participar en confrontaciones irracionales y, sobre todo, cuidar los vínculos más cercanos deberían ser nuestros propósitos, como país.
Que el diálogo y la argumentación nos iluminen, y que el 2025 sea un buen año para todos. Hoy volvemos a empezar.
@tatianaduplat