Beethoven, protagonista de la semana mayor | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Marzo de 2013

Por Emilio Sanmiguel

Especial para El Nuevo Siglo

 

Con el I Festival internacional de música de Bogotá, pues en cuanto a acogida por parte del público ya es un suceso, el Teatro Mayor siembra una pica en Flandes y se pone a años luz de todas las instituciones organizadoras de conciertos en la capital, pues pone en práctica lo que de sobra se sabe: hay que planificar con tiempo.

 

La primera publicidad le llegó al público el año pasado. Una campaña agresiva –horrorosa, digo yo, pero cumplió su cometido y todo el mundo se enteró de que la Semana Santa de 2013, vería Beethoven en Bogotá.

 

En semanas, cómo no, se agotó la boletería para la  Novena sinfonía del sábado, a las 8:30 de la noche con la Filarmónica Nacional de Hungría dirigida por János Kovács… una amiga que me llamó desesperada porque no consiguió localidades, le sugerí resignación e intentarlo para la presentación de Boris Berezovsky, el mismo día las 3:30 de la tarde y disfrutar del Concierto nº 1 para piano y orquesta y la Octava Sinfonía con la Sinfónica: Tranquila, le dije, la “Novena” se toca en Bogotá con más frecuencia de lo que se imagina, lo que pasa es que de esta se enteró hasta el gato por lo del festival… espérese un par de años…

 

De eso justamente se tratan los festivales, que en el pasado no formaron parte del menú de espectáculos de Bogotá, y menos aún de la Semana Santa que era privilegio de Popayán, pero tras el terremoto de 1983 perdió protagonismo.

 

Lo que pasa es que al frente del Mayor está Ramiro Osorio. Que tiene la manía de pensar en grande, tan en grande que junto con Fanny Mikey cofundaron el Iberoamericano de Teatro y por eso advirtió que estos años pares eran la oportunidad para hacer el festival de música que jamás, óigase bien, jamás ha existido en Bogotá.

 

La selección del compositor, parece mentira que no hayan optado por la ridiculez esa de “Compositor invitado” que es exclusividad del Iberoamericano de teatro, debió ser sencillísima: Beethoven o Mozart, los más taquilleros. Ganó Beethoven, lo organizaron y este es el resultado: 56 conciertos, entre las 6:30 del miércoles con el pianista francés Jean-Philippe Collard tocando la Sonata nº 2 y la nº 17 Tempestad y 11:00 de la noche del sábado cuando se oiga la poderosa Fuga del Coral de la Novena.

 

56 conciertos a lo largo de cuatro días. La parte más sustancial se realizará, claro está, en las dos salas del Mayor, pero hay programación para el Teatro Municipal, el auditorio Fabio Lozano, el de la Alcaldía y los centros comunitarios de Servitá y La Victoria.

 

¿Las obras? Prácticamente todos los géneros que a lo largo de su vida cultivó el genio de Bonn: todas las sinfonías, una sustanciosa selección de sonatas para piano, violín y piano y cello y piano, oberturas, tríos, conciertos y una formidable selección de Cuartetos de cuerdas. La estrategia es sencilla y atinada, dar la posibilidad de disfrutar a lo largo del día varios eventos: uno puede asistir a un recital de Sonatas, un descanso, luego dos cuartetos, descanso y cerrar con un conciertos para piano, ¡o el de violín!, y una sinfonía.

 

Presumo que hayan previsto una estrategia para salvar los inconvenientes propios del teatro. Bueno, el primero ya está salvado, el del tráfico y la lejanía para llegar a la temible calle 170 porque los días santos son de tráfico liviano. El segundo es más complicado, pues como el arquitecto del simpático edificio olvidó dotarlo de parqueaderos y servicios sanitarios suficientes, pasó por alto “cranearse” un hall o un foyer como lo tienen todos los teatros del mundo y lo peor, no le hizo cafetería… pues de pronto el público tenga que recurrir a la poco o nada poética plazoleta de comidas del Carrefour, para sentarse y yantar.

 

Inconvenientes de menor rango a la hora de la verdad. Porque lo esencial ya está hecho: organizar 56 conciertos y permitirle al público disfrutar la música de Beethoven, con una boletería al alcance de todos, que oscila entre los $10,000 y los $75,000, sin mencionar los conciertos de entrada libre.

 

La paradoja

Paradójico en realidad, que un festival Beethoven, que se realiza durante la semana santa, no incluya su único oratorio, Cristo en el Monte de los olivos. No es una crítica. De ninguna manera. Sencillamente pone en evidencia que el país carece de coros profesionales, capaces de solventar una Novena, una misa o un oratorio en un festival. Porque hay coros aficionados. Algunos muy buenos, en todos los barrios, pero ni uno profesional, es decir, que sus miembros sean de planta y devenguen lo suficiente para llevar una vida digna.

 

En tema es de la esfera del ministerio de Cultura, que en la práctica es de entretenimiento… Tan del entretenimiento que ni siquiera hubo un gesto a la altura a propósito de  la muerte de Rafael Puyana.

 

Cauda

Lo hace bien, muy bien Ramiro Osorio en el Mayor. Tan bien que ya aparecen los primeros brotes de envidia por su gestión. Como no formo parte de la organización  y a lo sumo soy la piedra en el zapato, puedo advertir que ni aquí, ni en Buenos Aires, ni en Berlín y menos en París, la cultura musical, la cultura musical de verdad, pueda financiarse con el producido de las taquillas o cosa por el estilo.

 

Lo que se hace en el Mayor no tiene precedentes en la historia musical de este país, está a la altura de las grandes capitales, y eso vale. Vale, pero muchísimo menos que los billones que se roban a diario en el Estado, o los miles de millones del Ministerio del entretenimiento que no alcanzan para homenajear a Puyana, que fue, gústeles o no, el más ilustre músico colombiano de todos los tiempos. Amen.